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El presidente del Govern, José Ramón Bauzá, ha expresado su intención de reducir el número de parlamentarios autonómicos. Esta declaración de intenciones ha abierto un debate, que no es inútil, sino necesario. ¿Cuál es la estructura política mínima necesaria para preservar la representatividad democrática y la eficacia de la actividad parlamentaria? Plantear la cuestión es imprescindible, cuando el ajuste en las empresas privadas y en los servicios públicos es profundo y progresivo. El sector político no puede resultar excluido por intereses de partido de los efectos de la crisis. Es evidente que la reforma de las administraciones públicas no puede enfocar como primer objetivo la reducción del número de parlamentarios, pero ciertamente este aspecto forma parte del proceso y presenta además el elemento de la ejemplaridad y la solidaridad del colectivo político con una sociedad que sufre. Unos partidos con escasa participación "colocan" a sus militantes en puestos de gran responsabilidad, a pesar de la escasa preparación y capacidad de algunos de ellos. El ejercicio democrático debe dar más valor a la calidad de los políticos que a la cantidad de cargos electos. Esta reforma debe mantener el equilibrio territorial y no puede hacerse en detrimento de una buena oposición, igual de necesaria que un buen gobierno.