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Siempre he pensado que las lenguas son flexibles por naturaleza, mucho más que algunos que defienden a capa y espada su uso estrictamente normativo que, en ocasiones, se queda corto. Por eso me alegra saber que, cada cierto tiempo, la Real Academia Española (RAE) acepta nuevos términos para adaptarse a una realidad social que evoluciona apresuradamente. En este sentido, los catedráticos van siempre un paso por detrás. ¿Precaución o pachorra? Es difícil decirlo aunque choca que palabras como "canalillo" "gayumbos" o "minicadena" no estuvieran ya incluidas en el diccionario. Los frikis también están hoy de enhorabuena, así como los sociatas y los peperos. También los homosexuales estarán contentos puesto que el diccionario, al menos en su versión digital, recoge una nueva acepción de matrimonio entre personas del mismo sexo. Son tan solo algunos de los alrededor de 1.700 vocablos que la RAE ha incorporado recientemente, entre los que destacan asimismo las palabras relacionadas con el mundo digital como blog, tableta chat, SMS o USB. Por su parte, las voces japonesas sushi o sudoku también se abren camino, junto con el teletrabajo y el papamóvil. De momento, el único que no se moderniza es el corrector ortográfico de mi ordenador que, ajeno a los cambios sociales y normativos, continúa dándome el peñazo (vocablo ahora también aceptado) marcando como erróneos todos los nuevos términos.