Ricarchd Reynolds, posando frente al mural de 1840 de su casa en Isabel II, nº 15/17 Mahón - Foto Colin Guanaria

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Como las manecillas del reloj marcan nuestras vidas, hay aconteceres, que hacen lo propio. ¿Quién me iba a vaticinar que aquella mañana iba a recibir una llamada telefónica muy especial, invitándome a descubrir algo más que añadir de nuestra cultura, que tantas veces está ahí e ignoramos? Por el contrario ha pasado un año y medio, y yo callada, sin hacer comentario alguno, a buen seguro lo propio hubiera sido escribirlo con letra redondilla, pero ante tanta grandeza, me sentí tan pequeña, tan insignificante, que debí defraudar a su propietario que con tanta candidez, reclamaba mi aportación en uno de mis artículos. La insistencia de los señores Reynolds y Colin, incluso este tuvo el detalle de visitarme en Bini Repòs, ha logrado, que en este caluroso sábado de Julio, aparezca en 'Es Diari'.

Vuelvo atrás, aclarando que la llamada procedía de D. Richard Reynols, deseoso de ponerse en contacto con esta servidora. Notificándome que me conocía a través de mis Xerradetes. El señor Reynolds no habla español, ni yo inglés, pero esto no fue problema alguno, nos comprendimos muy bien, quedando en vernos al día siguiente, en la calle Isabel II, nº 17 de esta ciudad.

Así fue, si los ingleses tienen fama de puntuales, jo no vaig cadar gens malament.
Tan solo entrar en el zaguán de la casa, di gracias a Dios por haberme conducido hasta allí. Sorprendiéndome infinidad de cuadros la mayoría de ellos de grandes dimensiones, llegando a ocupar algunos las paredes de las habitaciones. Antiguos tapices, esculturas distribuidas entre mobiliario diverso, con orden y buen hacer, notándose la mano mágica del buen gusto, en su distribución.

Comprobé que aquella antigua casa esquina con la del Rector Panedas, había sufrido algunos cambios en su interior, sin duda alguna bajo la batuta de un arquitecto, o interiorista, reafirmando ese carácter tan nuestro de las casas menorquines.

Continuaba aturdida, sin imaginar, lo mucho que me quedaba por descubrir, en la primera planta de aquel antiguo hogar de la familia Albertí. Una amplia escalera de mármol nos condujo a lo que iba a ser mi grata sorpresa. Al cruzar la puerta que conducía al antiguo salón, me quedé admirada.

Una pared de 14 x 5, un total de 70 metros me hizo vivir tiempos pasados, su ejecutor dejó plasmado sobre la misma la bella imagen de la bocana del puerto de Mahón. Preguntándome si se trata del momento en que se ideó la fortificación del Cap de La Mola con el fuerte de Santa Ana, en honor a la reina de Inglaterra Ana I, construcción que abandonaron dando prioridad a lo que sería el castillo principal. A la vez que se observan la entrada y salida de galeones, bergantines y corbetas. El acuartelamiento de San Felipe, las guardias de soldados luciendo sus vistosos uniformes. Preguntándome ¿quién debió ser el autor de tan lograda estampa, tan bién conservada, a pesar del tiempo transcurrido?

Invitada por el anfitrión, dirigí la mirada hacia el techo, continuando con las sorpresas pictóricas. Ocupando todo el espacio del cielo raso, Una amplia cenefa con una ornamentación floral junto a cantidad de pájaros esparcidos entre las letras todas ellas mayúsculas a modo de abecedario, pudiéndose leer: Rafael Albertí y Febrer. En el centro una escena guerrera dándome la sensación, por ser profana en el tema, simulando dos grupos guerrilleros con sus caudillos al frente. A la izquierda los cristianos, en el otro lado el jefe musulmán, estos a pie con espada en alto, mientras el católico montado a caballo. En el centro se observa un grupo de mujeres con atuendo árabe, suplicando clemencia, para los suyos.

Y continué sorprendiéndome más, al conocer que dos personas llevan más de dos mil horas desprendiendo milímetro a milímetro, cuidadosamente con mucha atención el papel que cubre las paredes de dicho salón, donde se va descubriendo paso a paso que todas ellas guardan secretamente imágenes que se intuye, son de una belleza sin igual, con la particularidad que tanto los setenta metros, como el techo, se conservan en un estado óptimo. Una meravella.

Al preguntarle al señor Reynolds, ¿desde cuándo conoce la Isla? Con su amabilidad que lo caracteriza me explicó que al planificar las vacaciones familiares en 1992 decidieron junto a su esposa y sus dos hijos venir a Menorca.

Aquella primera vez, para ellos, viajeros empedernidos, conocedores de los cinco continentes, tras haber visto tantas bellezas, quedaron prendados de nuestra tranquilidad, de la magia de la calma menorquina, siempre tan alabada por los viajeros, destacando la luz que nos envuelve, las noches iluminadas por una techumbre de estrellas, y el mar, nuestras calas, nuestras playas y el comportamiento de los oriundos. Me fue hablando y halagando la vida autóctona, haciendo hincapié del campo menorquín, sus antiguos huertos, con sus pequeñas casitas. Tal fue su admiración que al poco compró uno de estos en el término de Alaior, auténtico vergel de árboles frutales.

Y al año siguiente volvieron, adquiriendo un chalé en la urbanización de San Jaime. Al regresar a Inglaterra no pasaba día que no hablaran de Menorca, deseosos de encontrar casa, que resultaba ser algo especial, deseaban dedicarla a museo. Lograron lo que tanto anhelaban, una de planta baja y piso en Isabel II, esquina con la del rector Mort, con la particularidad que hace las veces de medianera con parte de la muralla y el puente de San Roque. Curiosamente, en lo que en su día fue la alacena de la vivienda, se observa perfectamente parte de la antigua muralla.

El señor Reynolds, junto a su esposa Jane, E.P. D. Han sido amantes del arte de toda la vida, adquiriendo multitud de cuadros llegando a poseer una espléndida colección de artistas jóvenes de ámbito modernista. Para el matrimonio la palabra Arte daba cabida a todo, pintura, escultura, mobiliario de siglos pasados. Gran parte de la misma ha sido trasladada desde Londres, para ver realizado su sueño, poder mostrar a los menorquines su amplia colección. De ahí la sorpresa al disponerse a distribuirlos sobre las paredes de su caserón descubrieron que bajo aquel papel que se había tapizado él mismo, se encontraba una espléndida representación de antiguas vivencias en nuestro puerto.

Es tal el ahínco del señor Reynolds en pro de la cultura que llegó a crear una fundación:

La Reynolds Foundation Beca para viajes y estudios 2012. Organización benéfica británica ( nº. registrado 1051512) que tiene entre sus objetivos ayudar y alentar a jóvenes artistas. Respaldados por el Ayuntamiento de Mahón, el Rotary Club de Menorca y ABC, Menorca.

Para toda clase de información, cuantos deseen inscribirse, la documentación de inscripción se encuentra disponible en las oficinas de Bonnin Sansó, calle Nueva 14-16 de Mahón. Razón: Colin Guanaria 971 36 34 62 / 616492837. colin@bonninsanso.com. Fecha tope para la presentación de candidatura el 18 de julio.

Agradecer al señor Colin por ejercer de intérprete y al señor Reynolds darle las gracias por su gesto, haciéndole la firme promesa de ponerme desde este momento a su disposición por cuanto me solicite, esperando no defraudarle.

Añadir, que tras infinidad de contactos, Bonnin Sansó ha logrado que actualmente la casa medianera del señor Reynolds, también pasara a ser de su propiedad, lo que dará lugar a un gran espacio para llevar a cabo su sueño menorquín, ofrecer una esplendida casa museo, hoy fundación.

Antes de despedirnos me participó que el arquitecto Aldo Faedo, por orden suya, ha presentado un proyecto al Ayuntamiento, deseoso de cooperar en la restauración des Pont de San Roc, que viene a ser parte de sus dos domicilios en la calle de Isabel II.

No me resta más que agradecer y felicitar al señor Reynolds, por su proyección en bien de la cultura y su amor a Menorca.


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margarita.caules@gmail.com