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No hace mucho, la gente exclamaba con satisfacción: "¡por fin es viernes!". Era la antesala de un fin de semana abierto al descanso y al ocio, eso sí para aquellos no sometidos a los turnos inherentes a determinadas profesiones que obligan a trabajar en festivos.

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La cosa ha ido cambiando. En primer lugar cabe lamentar que para los cinco millones de parados, es un día más de angustia que poco se diferencia de un lunes o un domingo. Pero dejando de lado por un momento -que no olvidando- el drama del desempleo, el viernes se ha convertido en una jornada para temer, al menos para el que escribe. Y es que por la mañana se reúne el Consejo de Ministros. Después, comparece la portavoz del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, para explicar con cara de circunstancias las decisiones adoptadas. Y es ahí cuando uno se puede echar a temblar. ¡Cada día una alegría!, por no decir otra cosa, que repercute directamente en el bolsillo de los ciudadanos.

Y la cosa no parece que vaya a pararse de momento, ya que hace escasos días Mariano Rajoy anunció -en plan aviso a navegantes- que habrá más recortes. En definitiva, que hemos pasado a una especie de "Viernes 13". ¿Hasta cuándo durará el terror?