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Como lo venimos haciendo cada año, el 23 de julio, a las 7 de la tarde en la iglesia de Sant Bartomeu de Ferreries celebraremos el aniversario de la muerte gloriosa del joven sacerdote Juan Huguet, que a los veintitrés años de edad y a un mes y medio después de su ordenación sacerdotal entregó su vida, por razón únicamente de su fe y de su sacerdocio, exclamando «Viva Cristo Rey».

Este año la celebración estará enmarcada dentro de unos muy especiales sentimientos de gozo, ya que el pasado 10 de mayo Su Santidad Benedicto XVI firmó oficialmente el decreto del martirio de este sacerdote menorquín. La Iglesia, pues, ya le ha reconocido como Mártir de la fe y queda abierto el camino para su beatificación.

Así ha finalizado de un largo proceso, que se inició en 1952, y que después de bastantes años de interrupción fue reanudado y presentado a la Sagrada Congregación para las Causas de los Santos en 1998. La muy solemne ceremonia de la beatificación de Juan Huguet, junto a varios centenares de mártires de la persecución religiosa de los años '30 en España, está previsto que se celebre en nuestra nación en el mes de octubre de 2013, al finalizar el «Año de la Fe» promulgado por el Santo Padre.

El martirio de Juan Huguet, el 23 de julio de 1936, podemos decir con toda verdad que fue el inicio de un heroico camino de fidelidad seguido por cuarenta sacerdotes menorquines y otras personas naturales de Menorca o ligadas de algún modo a nuestra isla. Por ahora no ha sido posible iniciar otros procesos de beatificación por faltar ya testimonios contemporáneos, por lo cual si se comienzan algún día tales procesos, habrá de hacerse por el sistema llamado de «causas históricas», cuya tramitación resulta mucho más prolongada y laboriosa.

El proceso seguido con el mártir Juan Huguet ha llamado poderosamente la atención de los teólogos y demás personas que lo han estudiado en Roma, como han sido entre otros los relatores que la han seguido y la Postuladora Dra. Silvia Correale, debido al gran número de testigos de vista del hecho del martirio.

Además contamos con espléndidas manifestaciones realizadas a raíz de la Congregación Ordinaria, llamada de los Cardenales, que tuvo lugar el pasado 17 de abril. Lo manifestó el mismo Cardenal Prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, cardenal Ángelo Amato, quien en una reunión con diez obispos españoles y un gran número de sacerdotes de Aragón, tuvo lugar el 3 de mayo de 2012 en la Basílica del Ntra. Sra. del Pilar en Zaragoza.

Estas fueron algunas de sus palabras: «El pasado 17 de abril en la sesión ordinaria de cardenales, arzobispo y obispos de la Congregación de las Causas de los Santos, hubo un momento de intensa emoción. Se trataba del martirio de Juan Huguet, un joven sacerdote de la diócesis de Menorca, ordenado el 6 de junio de 1936 y asesinado al cabo de un mes y medio, el 23 de julio siguiente, por el brigada Pedro Marqués, apenas comenzada la guerra civil, o mejor, la persecución religiosa en España, sin ningún proceso. […] Viendo que el joven Juan Huguet llevaba debajo de la sotana un cuentafaltas metálico [con una medalla o un crucifijo], se lo arrancó violentamente, y apuntándole con la pistola que llevaba en la mano derecha, le dijo: "¡o escupes o te mato!". El joven sacerdote respondió a la amenaza con estas palabras: "¡Viva Cristo Rey!". Inmediatamente Marqués le disparó en la cabeza, y después le dio el tiro de gracia».

Luego el cardenal Amato comenta dos elementos singulares de este martirio: «El primero la fortaleza de ánimo de este joven sacerdote. A este respecto yo mismo pedí una explicación al relator de la causa […] sobre esta extraordinaria disposición al martirio del sacerdote Juan Huguet. La respuesta fue: En aquel período de violencia y propaganda anticatólica, en los seminarios había una auténtica pedagogía martirial que preparaba a los seminaristas a la eventualidad concreta del ofrecimiento total de la vida por Jesucristo y por su Iglesia. El segundo elemento, que recuerda a los antiguos mártires, es la conversión del perseguidor, que tiempo después, juzgado por un tribunal civil, confesó merecer la muerte por el delito cometido a un sacerdote en Ferreries. Como tantos otros había podido huir de la justicia marchando al extranjero; no lo había hecho porque sentía la necesidad de expiar con la muerte el crimen cometido. El remordimiento le acompañaba desde el primer momento de aquel paso. Pidió y recibió la asistencia de un sacerdote que le dio el consuelo de la absolución. Escuchó después la Santa Misa en la que comulgó devotamente. Terminado el Santo Sacrificio, se acercó al altar diciendo: abrazo a este sacerdote como acto de reparación por el delito que cometí matando a aquel otro joven sacerdote de Ferrerías».

Después en esa alocución en Zaragoza, el cardenal Amato recuerda otros casos impresionantes de jóvenes religiosos, de sacerdotes y de obispos que en España dieron gloriosos testimonios de su fe. El citado martirio de Juan Huguet, que citó en primer lugar, sin duda le impresionó muy profundamente.

Agradezcamos a Dios que, después de haberlo esperado con mucho anhelo, se acerque la ansiada fecha de su beatificación. Podemos destacar que, Dios mediante, Juan Huguet será beatificado en el año centenario de su nacimiento y bautismo, que tuvieron lugar en 1913.