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Habrá a quien le importe un pijo, porque somos así, pero que el españolito de a pie no distinga entre 'hay', 'ahí' y 'ay' es un drama, una prueba fehaciente de que el sistema educativo, por muy buenos profesores que haya, fracasa y pierde agua y haches por doquier. Puede que las nuevas tecnologías como los móviles y su lenguaje abreviado, los ordenadores con correctores de texto automáticos o la web del rincón del vago, santuario donde el estudiante solía encontrar trabajos hechos que únicamente tenía que descargar y cambiar el nombre de la portada, hayan colaborado en este holocausto ortográfico. Aunque también cuenta que casi todo nos la trae floja. En fin.

Es cierto que el hombre evoluciona, pero no siempre para bien. Hoy en día navegas por internet y te topas con mutilaciones lingüísticas como "Si eL MoREnoH tE bACiLa tU tE KaYaS i Lòh AsHIMilàH!" (Cani dixit, también escriben así) que no quieren decir que el ser humano se haya vuelto idiota, pero casi. Al adolescente ahora le importa más tunear su motocicleta ("DjAR niQuElaDaH lA BüRRa, QuÈ nöH?) que ser capaz de escribir dos frases sin que al corrector ortográfico de turno le entren ganas de suicidarse o de autodestruirse.

Escribir sin faltas es un don al alcance de muy pocos. Incluso los que sobrevivimos golpeando las teclas tendemos a liarla confundiendo uves y bes u olvidándonos "los sombreritos" a algunas vocales, como me solían decir los hermanos en La Salle de Alaior para referirse a las tildes. Pero de ahí a inventarnos un nuevo lenguaje...… Aunque a veces tengamos que lidiar con filólogos que parecen talibanes.

Una cosa está clara. Hay -del verbo haber- quien tiene faltas de ortografía o despistes tipográficos, pero de ahí -adverbio de lugar-, a fusilar el lenguaje a golpe de 'havia', 'bentaja', 'viage' o 'aber'...… ¡Ay! -expresión que indica pena, dolor o temor-. Pobre del que tenga que corregir este entuerto, 'sUprÍmÖhs' (Amigos, en lenguaje cani).
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dgelabertpetrus@gmail.com