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Querida Maruja: En los últimos años y por diversos motivos hemos tenido frecuentes ocasiones para relacionarnos. Sabes que gozas de mi simpatía sincera. Me alegré cuando fuiste nombrada Consejera de Cultura del Consell Insular ya que intuí que la apertura de miras (en el terreno cultural y no solo en el económico) llegaría por fin a nuestra primera administración insular. Tú eres ahora la máxima responsable de la Cultura en y de Menorca. Me permito por tanto unas sugerencias.

Creo que cada día somos más los menorquines que estamos alarmados por la pérdida de nuestra identidad menorquina. No la pretendidamente oficial sino la real. En estos últimos años lo políticamente correcto ha considerado como normal (y deseable) orillar nuestra personalidad local en aras a supeditarla al llamado catalanismo. Un hecho político sin duda. Así, nuestra característica más propia (nuestra forma lingüística dialectal, la que nos identifica como menorquines), está siendo substituida de hecho por la forma estándar que nadie (yo no, desde luego) pretende humillar ni demonizar pero que está siendo el principal escollo para poder conservar nuestra identidad lingüística propia.

En una especie de "neo-direccionismo" cultural se nos ha usurpado el uso normalizado de nuestra forma dialectal local para forzarnos a hablar y a escribir como se hace en Cataluña. Sibilinamente se nos ha inseminado la endiablada idea de que cultura y catalanismo es un hecho indisoluble. Defender cualquier alternativa (aunque esté respaldada por la historia), ante la invasión de esa imposición "à la page" te hace merecedor de todos los desprecios, agravios, burlas, etc. de los que se creen propietarios y monopolistas de la ciencia de la verdad. Pero muchos queremos reivindicar un menorquinismo no supeditado absolutamente a la puntual cultura de otra tierra hermana, respetada y muy querida pero diferente a la nuestra. Deseamos preservar nuestras propias características.

Las peculiaridades del "menorquín, nuestra forma de comunicación ancestral con génesis en el "llemosí", se fortaleció por el aislamiento propio de nuestra isla durante siglos. También se enriqueció y se personalizó con las influencias de las distintas culturas que arribaron a nuestra isla. Se abrió a las influencias del nuevo mundo comercial, resistió las crisis de finales del XIX y principios del XX, sobrevivió al franquismo, etc. Pero es ahora, en plena democracia, cuando se enciende la luz roja alertando de su futura desaparición anulado, ahogado y finalmente diluido por las normas de la denominada lengua estándar.

Muchas veces he repetido que la unidad de la lengua, eso que algunos denominan una muestra de imperialismo cultural, condena a nuestro "menorquín" a la pena capital.

Adoctrinar a nuestros hijos en formas foráneas que no usan ni en sus casas ni escuchan en nuestras calles, se ha convertido en la principal herramienta de esos nuevos catecúmenos para injertar a nuestros hijos un virus que enferma nuestra identidad menorquina. A ello hay que añadir la deliberada colaboración de algunas instituciones y entidades con poder que, cándidamente y al igual que nuestra clase política acomplejada que se olvidan del "siau qui sou", que solo contribuyen de forma escandalosa a la dilapidación de esa nuestra característica principal.

En Menorca sufrimos grupos escasos pero muy ruidosos y activos que, devotos de ese nuevo "direccionismo", prosiguen en su empeño por anexionar nuestra cultura a lo que les marca sus ansías anexionistas. Hasta ahora, y de forma exasperante, han contado con el apoyo de los partidos que han gobernado la isla incluido el tuyo. Todo han sido comprensiones y ayudas para que la cultura oral y escrita de otra tierra suplantara a la nuestra propia. No ha habido apoyo alguno para preservar la riqueza de nuestra modalidad lingüística, tampoco ha interesado difundirla ni practicarla oficialmente. Ha sido vergonzosamente escondida.

Nuestra isla cuenta con instrumentos culturales propios que deberían de ser unificados, reeditados, promocionados y usados intensamente para salvaguardar las peculiaridades de nuestro "menorquín". Sois vosotros, Maruja, los políticos quienes tenéis el poder de poderlo hacer. Nuestro Estatuto de Autonomía insta expresamente a preservar nuestras modalidades lingüísticas baleares. ¿Por qué no lo hacéis? ¿Por qué continuáis inclinados ante unas minorías que desean acabar con nuestra personalidad? (Continuará II con propuestas concretas).