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Es posible que la idea de cerrar al tráfico un tramo del puerto de Maó para animar la actividad económica se eche a perder y no obtenga resultados positivos. El martes se conocerá la valoración de la comisión de seguimiento, pero el ambiente no invita al optimismo. Y eso que hace mucho tiempo que se reclama una actuación valiente y novedosa para que el puerto comience a jugar el papel económico que le corresponde y salga de una apatía que empieza a ser endémica. Las responsabilidades del posible fracaso serán compartidas. El Ayuntamiento ha puesto en marcha una acción sin tener atados todos los cabos. Ha faltado capacidad de negociar con los comerciantes y además la fecha no ha sido la más indicada, al inicio del mes punta de la temporada y sin tener resueltas mejoras en los accesos, como habría sido el ascensor. Además, el cierre parcial (se permite un tráfico limitado), no retirar los vehículos aparcados y no programar actividades de animación ha restado fuerza a un proyecto importante. Por otra parte, la asociación de comerciantes ha animado la protesta sin esperar ni dos días a ver los resultados. Se ha impuesto la postura previa. Lo que hace falta ahora es serenar los ánimos y pensar en el interés económico de Maó.