Centenarios ilustres

Detrás de toda la parafernalia corporativa del spot se escondía un mensaje precioso, un anciano hablándole a una recién nacida sobre las cosas buenas y "ses xereques", según decía, y como se tenían que afrontar. L'amo Pep de Vilafranca no tenía ninguna carrera ni ningún master pero estaba doctorado en esto que llamamos vida y por mucho que se empeñen en las universidades no hay lección más buena que la que te enseña la vida, acertada o no, pero inmejorable una vez sobrevives a la centena, como 's'avi Paco' y otros privilegiados.

Ni Pep ni Paco te explicarían cómo funciona internet, qué es Facebook, ni para qué puñetas el ser humano se ha gastado millones de euros con la que está cayendo en enviar un coche teledirigido a Marte que hace fotos. Sí que sabrían decirte que cuando eran jóvenes era imposible conectar por videoconferencia con un familiar, por ejemplo, que estuviera en Argentina buscando un futuro mejor, que las relaciones humanas son más cálidas y sinceras cuando no hay un ordenador mediante, y que cada euro es fruto del sudor de un trabajo y que no se puede despilfarrar en aspectos secundarios ni robar cuando hay gente en el planeta que se está muriendo de hambre.

A menudo cometemos el error de creer que sabemos algo cuando ni siquiera comprendemos de lo que hablamos. Nos empeñamos en oír sin pararnos a escuchar viviendo la vida como una sutil pincelada huérfana de lienzo y para cuando queremos prestar atención ya es demasiado tarde, la melodía ha dejado de sonar.

Me apena que se nos haya marchado Pep, pero confío en que su mensaje sea inmortal, que cuando nos encontremos con un momento duro o con alguna complicación seamos capaces de ver el lado optimista de las cosas y recordar que "estamos aquí para disfrutar".
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