TW
0

Vuelve a hablarse de la absenta, ese elixir misterioso que, inicialmente medicinal, derivó en licor maldito. Creada, la mezcla, a finales del siglo XVIII, se vino a asociar a "escritores bohemios y amigos de la ebriedad para atraer a las musas". El Conde Drácula de Francis F. Coppola la propuso como "el afrodisíaco del alma".

Compuesta por ajenjo, hinojo y anís verde (la santísima trinidad) se integró en el misticismo bohemio cuando se puso de moda en la sociedad romántica parisina del siglo XIX donde reinó en la intelectualidad de la época. Con fama de néctar alucinógeno, se le conocía como "La Fée Verte" o "Le Diable Verte" (el "Hada Verde" o el "Diablo Verde"). De una graduación exagerada, la tomaron comúnmente artistas como Rimbaud, Baudelaire, Picasso, Hemingway, Van Gogh, Degas, Monet, Verlaine, etc. Ya vemos cómo su influencia podría ser notable en algunas de sus obras. Oscar Wilde aseguró que "después del primer vaso, uno ve las cosas como le gustaría que fuesen. Después del segundo, uno ve las cosas que no existen. Finalmente, uno acaba viendo las cosas tal y como son, y eso es lo más horrible que puede ocurrir".
El ritual más usual para beberla obliga a servirse una medida de dos dedos en copa de cristal. A continuación se pone en el borde de la copa una cucharita perforada donde se aloja un azúcar sobre el cual se va derramando lentamente agua muy fría. Esta destilación, ese goteo de agua azucarada mezclada con el licor del fondo producirá un líquido lechoso, translúcido "y hermoso".

Lamento desconocer si esa bebida tuvo en su día algún éxito en Menorca. Pero quizás no fuese urgente que lo tuviera ya que aquí también disponemos de nuestro propio néctar bohemio. Y también de color verde. Los menorquines lo llamamos precisamente "un verd", una mezcla de gin y licor de menta al cincuenta por ciento. Puede coronarse con un hielo y una ramita de menta. Esta bomba de relojería si "tomas más de tres tomas seguidas" debe ser un invento puramente autóctono. Un signo identitario, esta vez real, de todos los grandes "mèrvels" (o "tomàtigues") que han sido en la isla.
Puede que los políticos menorquines debieran tomarse unos "verds". Quizás alucinarían pero la menta les abriría la mente y quizás atrajera la inspiración de las musas en la búsqueda de soluciones para poder superar la terrible crisis que sufre nuestra lánguida Menorca de hoy.