Los hermanos Baltasar, Teresa y Pepe, Ortega Gimier junto a una prima de los mismos, practicando el marisqueo. Fue su abuelo Baltasar Ortega uno de los mariscadores a la vez que "berguiners", de más renombre en nuestro puerto de Mahón. La fotografía me la regaló el pequeño de los hermanos, Pepe. Al fondo la fábrica del gas

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No llueve, las nubes no hablan de su proximidad, nos mojaron muy poco durante la primavera y en estos momentos sería un auténtico milagro. Tampoco hacemos rogativas a San Isidro Labrador y soy de las que opinan que algún encuentro deberíamos hacer, es de justicia, la tierra se encuentra reseca. Menudo otoño se nos prepara.

Todo tiene un por qué. Algunos se preguntarán qué tiene que ver, la sequedad de la tierra, el santo, la lluvia, con los Milá. Para mí era primordial que los nubarrones que pasaron al atardecer del lunes, hubieran dejado caer algunos litros sobre los sembrados, facilitándome que al día siguiente, hubiera podido asistir al Foro del diario "Menorca" que tuvo lugar en la Isla del Rey, y poder charlar un rato con Mercedes Milá y Montse Reventós.

No llovió y Praxèdies, una noche más fue la encargada del regadío. "O una cosa, o s'altra. Mentre filen no debanen". Como siempre el refranero es sabio. Lo sentí infinitamente, me hubiera gustado tanto poder asistir. La que no falló a la cita fue Mercedes. Desde que se estableció el forum, es la primera en llegar, una de las personas que lo vive con más intensidad, ello la lleva a que su labor sea reconocida, ya va siendo hora que se la nombre cónsul plenaria del puerto de Mahón y la isla entera, de norte a sur de este a oeste. No en vano siempre está a la brecha, en su boca jamás faltan palabras de halago, dándonos a conocer a su paso por el mundo entero.

En sus programas, "sempre fa caure coses" de la belleza de la Isla, de la idiosincrasia de la misma, de las rutas de caminos y vericuetos, antes llamados "camins de moros", de la exquisitez de los productos de las matanzas, que si la sobrasada, la "carnixua", o el "camot", los quesos artesanales. Apreciando nuestras recetas, que aprendimos de las madres junto a los fogones, subidas a lo alto de una silla, contemplando la elaboración de un buen sofrito, algo tan sencillo y fundamental de infinidad de nuestros platos, que si bien son humildes, ofrecen un rico sabor al paladar, valorado hasta por los más exigentes.

Tal como escribí el pasado lunes de don Fabián Isamat, abanderado mayor de nuestra rada, lo mismo se puede decir de la familia Milá. "Sa gent des moll" jamás olvidará a don Alfonso Milá Sagnier, atracando con su velero frente ca'n Cabalcanti. El navegar por las aguas del Mediterráneo y despuntar con el alba, frente a S'Esperó i La Mola, era una de sus predilecciones, tanto que con el tiempo llegó a adquirir una de aquellas singulares casetas, que los hijos de esta ciudad jamás supimos apreciar. Para adentrarme algo más en el tema me he de remontar allá por los años sesenta, cuando llegó el frenesí, el populismo, la grandeza de ser "un senyor". Se empezaron a vaciar y vender las casitas de "s'altra banda", excesivamente humildes para los nuevos ricos, los millonarios, entre ellos los industriales, que jamás habían "bufat cullera". Era el inicio de las urbanizaciones. Mientras los empresarios se hacían construir importantes chalés en Cala en Porter, S'Algar, Binibèquer, Punta Prima, etc., los obreros levantaban sus casetas en lugares, menos frecuentados por el turismo, a buen seguro, con parajes más bellos y más cercanos a puntos de pesca. Se Mesquida, Es Murtar, sa Cala de Sant Esteve, el Fonduco.
Disculpen un momento. En seguida vuelvo, al llegar al puerto me he dado cuenta de que para escribir del mismo he de vestirme de luto riguroso. En esta ocasión cuento con varios trajes que me ha obsequiado mi amiga Mercedes, los mismos que ella lució, como nadie, en su gala de Gran Hermano. Decantándome por una falda estrecha, acompañada de un sueter y la cazadora, todo ello de color negro, la misma indumentaria que llevó al día siguiente de fallecer su querido padre y que con tanto coraje sorprendió a su público, la tristeza, la pena y el dolor la corroían, pero ella, supo estar a la altura de las circunstancias, ofreciéndolo como homenaje a su admirado padre.

Aquí estoy de nuevo, incluso, calzando sus zapatos planos, unos "cap i cua" acharolados en blanco y negro. "Gràcies, Mercedes, ets una agradosa".

Y continúo. Los mahoneses, abandonaron sus casitas de la ladera norte, con ansias de quitárselas de encima, como se dice por ahí… vendiéndolas a precios irrisorios. Recuerdo una de las mismas, situada a pie de cala, con su "magatzem", en el que cabía el bote y en el fondo disponía de dos camarotes, por si tenían "overbooking". Sobre aquel almacén, se había edificado la caseta, se subía por una escalera con una barandilla, de las que en los años veinte fabricaba el señor Adrover de la calle de San Fernando, de esta ciudad. Una amplia terraza cubierta, una gran estancia que servía de cocina, comedor, dormitorio "tot molt ample", cada espacio cerrado por una cortina, no sé exactamente cuantos cabrían, pero sí bastantes. El matrimonio tenía cinco hijos y suegros. Detrás de la casa el consabido "excusat" con una ducha . En el techo colgaba una especie de jardinera que una vez llenada de agua, se tiraba de una cuerda dando paso al chaparrón.

Dice Agadet que también en un lateral, no recuerda cual, se encontraba una cisterna junto a una pila de lavar la ropa. Tan solo me cabe señalar, que esta edificación, con sus enseres, nevera de hielo incluida, el bote "culé", hecho por Mevis "s´albarcoc", con un motor central marca Fort, provenía de un taxi de Barcelona, que Gori le compro en las Glorias y se lo instaló. Fue su coste de 5.000 pesetas, en los años cincuenta. Utensilios de pesca, ahora cualquier inmobiliaria escribiría, incluido menaje, a punto para ser ocupada. Treinta mil pesetas. Con la particularidad de que fue tan difícil su venta, que al final rebajó doscientos cincuenta duros, a pagar con una entrada de quince mil pesetas y el resto en tres años, sin intereses. No hubo ni pagarés, ni papel alguno, el contrato de vendedor y comprador se efectuó en el garaje nº 27 de la calle de Santa Catalina, ca'n Gori.

Algo parecido sucedió con la casita de los Milá. Su tío, don Alfons Milá Sagnier, la adapto a sus necesidades, como buen arquitecto que fue, le supo sacar partido, conservando su blancura, restaurando "es bigam" y cuanto pudo, conjugando admirablemente aquella estancia junto al mar, tras estudiar y conocer bien el espacio de lo que fue a principios del siglo XX una casita de mariscador. Una más de las que se levantaron en la ladera norte, gracias al beneplácito que tuvo el rey Alfonso XIII en su visita a la ciudad. Los pescadores y mariscadores, entre ellos mi abuelo paterno Jaime Caules Taltavull, lo venían solicitando desde 1900 siéndoles aprobado por Marina, cinco años más tarde.
Aquellas humildes construcciones siempre han sido respetadas, valoradas por su cercanía al mar, pasando de unos a otros sin la pretensión de abandono, cambiándolas por grandes mansiones, valorando el inigualable entorno. Siendo parte primordial de bienvenida a la entrada de buques, aunque últimamente estos son cada vez menos. La Autoridad Portuaria, que por lo visto ignora todo cuanto debería saber del puerto de Mahón, que dio nombre a la ciudad, los manda a poniente, y no satisfechos con el desaguisado, pretenden echar abajo este grupo de casas. De momento van consiguiendo una desprestigiosa imagen, paredes caídas, ventanas "rompudes", sin cristales, algo que jamás los hijos de esta ciudad habíamos visto. De resucitar el archiduque Luís, que escribió de las bellezas en cuanto a limpieza y pulcritud, "se n'aniria deveres".
Mientras unos dicen que se desea reemplazar "vorera a vorera" por una carretera, otros aseguran debería ser un paseo, los más avispados y sabelotodo del mundo del politiqueo han escuchado se va a ejecutar una pista al estilo Palma Arena, donde se podrán invertir infinidad de euros.

Al observar el futuro, desde la perspectiva del talayot de Trepucó, me pregunto, ¿qué sucederá con la Solana? Su escasa profundidad, apenas da para las antiguas yolas, y "tèquines". Mientras tanto, entre la crisis, la burocracia, las ideas "tant embullades" de los que deberían ser luz i guía, auténticos faros, nos tienen el corazón en vilo.

Mahoneses, ¿dónde estáis, que no os veo?. Los manifestantes, los amantes de Baixamar, los que se llenan la boca hablando. El puerto de Mahón no es el tramo que va desde la Colàrsega hasta el Fonduco, pasando por es Castell hasta la bocana. El tema preocupante no es tan solo bares, restaurantes, mercadillos y si o no deben bajar los coches. O construir una estación para el tren. En estos instantes lo principal estriba en la ladera norte, donde íbamos a nadar, pescar, donde muchos de nuestros mayores subsistieron comercializando los frutos del mar.

"A vam què farem". Observando lo bien que han aprendido la lección, mallorquines e ibicencos, mientras los menorquines "passam per cul de bòtil".

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margarita.caules@gmail.com