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Se han empezado a ver ya higos. Bien. El mejor compañero de uno de los mejores manjares propios del verano. Tomate, cebolla, ajo y pimiento verde se sofríen para luego nadar en agua y, ¡¡¡ojo, sin que llegue a hervir!!!, se sirve caliente (algunos terroristas gastronómicos lo cuelan). Luego entra en juego el pan, "ses sopes". Grande. Espectacular. Se dice, dicen, que es el plato propio de la Isla por excelencia y muchos lamentan, como ejemplo de no sabernos vender, que en los restaurantes tenga una presencia testimonial. Que vendemos más gazpacho o paella. Parece que nos da reparo lo propio, aunque por otro lado queda claro que si queremos sobrevivir en la industria turística debemos diferenciarnos. ¿Y qué tenemos diferente? Entre otras cosas, los monumentos megalíticos. Maruja Baíllo proyecta poner focos, idea quizá positiva pero poco relevante, mientras que otros ya los están iluminando a lo grande. El espectáculo que el viernes por la noche se pudo presenciar en Trepucó tiene que ser un referente para futuras actuaciones al respecto. El verano está plagado de exposiciones, conciertos, conferencias... de una forma desordenada, inflacionaria, saciadora y contraproducente para sus recaudaciones en taquilla. No estaría de más canalizar esta vena artística estival hacia los talayots y taulas, vender bien este maridaje para ofrecer algo que sería realmente único en el mundo. Y si en el intermedio se sirve un plato de 'oliaigua' con higos, perfecto.