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Al señor Rajoy me lo miro a veces y me da fatiga. Pienso cómo es posible que un hombre inteligente como él se haya dejado seducir por ese mundo imprevisible, abrupto y hostil de la política, donde del codazo se pasa a la zancadilla y de la zancadilla a la yugular directamente, políticamente hablando, claro está.

Con lo feliz que sería este gallego de pro en Santa Pola, registrando en papel de registro hoy un huerto de papas, mañana un colmado de ahumados, disfrutando un cohíbas haciendo, abandonadamente relajado, volutas de la fumata en forma de aros olímpicos, porque en usted, ¡qué menos!

Imagínese sentado en la tarde noche agosteña, a la sombra asombrada por la arquitectura de las regias murallas encastilladas del castillo de Santa Pola. O alguna mañana (sin madrugones), cuando los que creen en esas bienaventuranzas del footing, sudan la gota gorda corriendo contra sí mismos, que da angustia de verlos; usted los vería por la zona del puerto de pescadores, con los que podría echar un párrafo largo y tendido sobre sepias y calamares, liberado de soportar la asfixiante superioridad de la Merkel, la esquiva proximidad de Obama o la pusilánime actitud de algunos de sus ministros/as, dándose patadas entre sí para ver de alcanzar la espinilla ajena.

¡Ay, don Mariano!, que digo yo que su confusión tuvo que ser en la hora nona, cuando usted terció, pero hizo mal tercio, entre elegir ser registrador de la propiedad frente a la isla de Tabarca, o aguantar que le pongan en las tapias de algunos centros comerciales o fachadas de grandes edificios esquelas con letra gorda y gramática parda que le dejan a usted a caer de un burro, como pude ver y leer por Andalucía. Cosa que quiero que sepa que para nada estoy de acuerdo, porque usted es por voluntad de los españoles presidente del gobierno, como lo fue González, Suárez, Calvo Sotelo o Zapatero, ¡ahhhh! y también Aznar.

No…es que como ahora parece que esté como muy ausente, muy inane verbal fuera de España, con lo beligerante y lenguaraz que estuvo este hombre contra Zapatero y su gobierno, pero ya digo, eso debió de ser dentro de un contexto. Lo cierto es que todos los presidentes cuyo mandato emane de las urnas, aunque ahora, según dijo uno de ellos, sean "floreros chinos" (caros floreros por cierto), merecen por ello respeto. En ese camino, siempre tendrá en este escribidor un fiel aliado.