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Ya dije que en la Teoría general de Keynes hallamos respuestas contundentes a los oprobios económicos que afligen a Europa y en particular a los españoles. Uno de ellos es la práctica de la política laboral fundada en reducir los salarios corrientes. Keynes demuestra que ello lejos de aliviar el desempleo incrementa el declive económico.
La doctrina neoclásica sobre salarios que sigue el gobierno de España y otros gobiernos europeos debería ser revisada a fondo porque en el mejor de los casos es fruto de una visión lineal de la economía, cuyo efecto es generar más paro.

Keynes critica a los neoclásicos la teoría de apoyar el supuesto carácter automático del sistema económico sobre una hipotética fluidez de los salarios nominales (The General Theory of Employment, Interest and Money, Londres, 1936, capítulo 19, pp. 257-271). En su forma más ruda ello equivale a suponer que la reducción en los salarios nominales no afectará a la demanda. El economista de Cambridge critica dicha errónea concepción aportando sólidos argumentos al respecto, que aquí me limitaré a mencionar en sus puntos relevantes.

De entrada indica Keynes que es una falacia trasladar el análisis que se hace sobre una industria concreta a la industria en su conjunto, sin tener en cuenta algunos supuestos fijos respecto a la naturaleza de las curvas de demanda y de oferta de otras industrias y al monto de la demanda global efectiva.

Keynes arranca una larga lista de argumentos críticos a la doctrina de los neoclásicos con el siguiente interrogante: Una reducción en los salarios nominales ¿Tiende directamente, ceteris paribus, a aumentar la ocupación, queriendo decir por ceteris paribus que la propensión a consumir, la curva de la eficiencia marginal del capital y la tasa de interés son las mismas que antes para la comunidad en conjunto? Keynes prueba en varios supuestos que el descenso de salarios nominales afecta a la ocupación en un sentido particular y negativo a través de sus repercusiones ciertas o probables sobre estos tres factores.

Asimismo advierte Keynes que "la influencia depresiva que ejerce sobre los empresarios el aumento de la carga de las deudas, puede neutralizar parcialmente cualquier reacción optimista que resulte del descenso de los salarios. En verdad, si la baja de éstos y de los precios va lejos, las dificultades de los empresarios que están fuertemente endeudados pueden llegar pronto al límite de insolvencia con severos efectos adversos sobre la inversión. Más aún, las consecuencias de un nivel inferior de precios sobre la carga real de la deuda nacional y, por tanto, sobre los impuestos, tienen probabilidades de ser muy contrarias a la confianza de los negocios" (p.264).

Al analizar las repercusiones del descenso de los salarios nominales en lo que se refiere al tipo de interés, en teoría, cuando menos, se puede producir los mismos efectos sobre el tipo de interés reduciendo los salarios, al mismo tiempo que dejamos invariable la cantidad de dinero, que aumentando la cantidad de dinero y dejando sin variación el nivel de salarios. De aquí se deduce que la baja de los salarios, como método de alcanzar la ocupación total, está también sujeta a las mismas limitaciones que el de aumentar la cantidad de dinero.

Se deduce que no hay motivo para creer que una política de salarios flexibles sea capaz de mantener un estado de ocupación plena continua, como tampoco para pensar que una política monetaria de mercado abierto pueda lograr este resultado sin ayuda. En definitiva no puede conseguirse que el sistema tenga ajuste automático sobre estas bases.
Aunque políticas flexibles de salarios y de dinero vienen a ser lo mismo, analíticamente, ya que son medios alternativos para cambiar la cantidad de dinero en términos de unidades de salarios, en otros aspectos les separa, por supuesto, un verdadero abismo. Sólo una consideración de Keynes en este sentido. "Para que clases sociales numerosas tengan remuneración fija, en dinero en todo caso, la justicia y la conveniencia sociales quedan mejor servidas si la remuneración de todos los factores es algo inflexible en dinero. Teniendo en cuenta los grandes grupos de ingresos que son comparativamente inflexibles, medidos en dinero, solamente una persona injusta puede preferir una política flexible de salarios a una monetaria de la misma clase, a menos que pueda señalar las ventajas de la primera que no sea posible obtener con la segunda. El método de aumentar la cantidad de dinero en unidades de salarios mediante rebaja de la unidad de las mismas, eleva proporcionalmente la carga de las deudas; en tanto que el de producir el mismo resultado por el aumento de la cantidad de dinero, dejando invariable la unidad de salarios, produce el efecto opuesto. Teniendo en cuenta la excesiva carga de muchas clases de deudas solamente una persona sin experiencia puede preferir el primero." (pp.268-269).