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He dudado en cómo titular este artículo. Dado el carácter de lo sucedido podía ser "Ataque letal", "Rifles mallorquines en Ciutadella", "A traición", "David contra Goliat", etc. Pero creo que este titular en inglés puede servir.

Algunos Ayuntamientos menorquines parecen mostrar una marcada animadversión contra los animales. No les respetan. Incluso algunos prefieren exterminarlos de la forma más cruel a cazarlos y trasladarlos de hábitat. Muchos recordamos aquel chusco episodio de la ejecución indiscriminada de cabras, cabritos y cabrones acontecida hace algunos años en la zona de S' Arenal d' en Castell. Entonces fue el Ayuntamiento nacionalista del PSM quien autorizó cargarse a balazos, y sin piedad alguna, a aquellos pobres animales indefensos. Yo, malpensado de natural, siempre sospeché que aquella matanza tuvo motivos ideológicos: aquellos animales no estarían normalizados y no habrían conseguido aprobar el nivel XXL de catalán. Solo balaban en un nivel básico. Una pena.

Recuerdo también que hace unos años había un pequeño cercado en los huertos de Sant Joan, en Mahón, que albergaba a una diversidad de simpáticos ejemplares caprinos. Se veían desde la carretera que sube al Polígono Industrial. Me interesé por ellos y supe que cada uno tenía su propio nombre. El mayor de todos, un elegante y magnífico ejemplar de porte erguido y orgulloso, ostentaba una magnífica cornamenta. Se llamaba Ronaldo. Sin duda era el mayor cabrón de la zona. Pero un día vi con tristeza que habían desaparecido. Indagué y supe que la autoridad pertinente había ordenado desalojarlos de su casa.
Quizás no pagaban las cuotas al banco.

Amar a los animales es una prueba de humanidad. De cultura y educación. Respetarlos, una obligación de la raza humana. Gallinas: acribillar a unos animales pacíficos e indefensos es malicioso. Hay mil formas de cazarlos sin dañarlos. Fusilarlos a las bravas es una muestra de arraigado sadismo. Más cuando ellas y sus hijitos, los pollitos, vivían en la Reserva de "su" Biosfera. Además despertaban simpatía y eran un rasgo identitario y estético de su zona. Pero nada pudieron contra "Hombres de Harrelson". Descansen en paz. El karma les vengará.

Comentan que en las inmediaciones se pudo leer una pancarta reivindicativa que, precavida, abogaba al menos por salvar a los gallos. Rezaba, en inglés, "Save the cocks". Sí, por favor.