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La mayoría de menorquines tenemos una idea bastante vaga de quien fue Richard Kane, y desconocemos con certeza los pormenores de su fructífera relación con nuestra isla, relación que se inició como consecuencia de haber sido el primer gobernador de Menorca nombrado por Gran Bretaña cuando Menorca y Gibraltar fueron cedidos a Inglaterrra por el tratado de Utrecht, firmado en 1713.

Las reflexiones que siguen a esta breve presentación no son otra cosa que los apuntes sacados de la lectura de "Richard Kane y Menorca en la historia de Europa", libro escrito por Bruce Laurie y publicado en 1996.

Bruce Laurie había trabajado como ingeniero y empresario en varios países del mundo (Chile, Venezuela, México, Jamaica y Estados Unidos) antes de recalar en Menorca en 1970. El libro que hoy ocupa nuestra atención obedece al gran interés que su autor tenía por la historia en general, y la isleña en particular. La memoria del señor Laurie, pues, merece nuestra gratitud y sincero reconocimiento.

Hablemos ya de Richard Kane. Su gobierno se extendió en Menorca de noviembre de 1712 (unos meses antes de la firma del tratado de Utrecht) hasta el 30 de diciembre de 1736, día de su muerte. Para una mejor comprensión de los hechos, hemos ordenado esta exposición en distintos capítulos o apartados, a saber:

1.Obras públicas. Kane mejoró los métodos de la agricultura; importó razas nuevas de ganado y nuevos tipos de granos y estableció un servicio asesor agropecuario.
Introdujo un sistema normalizado de pesos y medidas: agilizó los procedimientos judiciales; transfirió la capital de Ciutadella a Maó y construyó un camino para comunicar los fuertes adyacentes con las dos ciudades, proporcionando así a muchos payeses un mejor acceso a los mercados.

Ordenó además varias mejoras en el puerto de Maó; construcción de un depósito para mástiles en la costa septentrional en un lugar pantanoso, y otros depósitos y un muelle en la zona sur.

El 31 de agosto de 1736, Kane escribió una carta al bayle de Maó sobre un proyecto que sería uno de sus monumentos más perdurables: los huertos de San Juan y un canal de desagüe para conectarlos con el puerto. Decía en la carta:

"Magnífico Señor. De mucho tiempo han sido de parecer la gente en general que el impedir la inundación de las aguas del mar al cabo del puerto de Mahón convendría mucho para la salud de la Villa, y si hacían huertos aun convendría más y sería más saludable.

A fin de dar principio a una obra tan necesaria se señaló un canal en el año pasado en medio del pantano y se adelantó un poco… el camino. Siendo ahora tiempo más congruo para pasar adelante con dicha obra, Vds. Magcos. mandarán hombres y bestias con las herramientas necesarias, y la acabarán este año".

En cuanto a las obras públicas que emprendió Kane, cabe señalar asimismo la construcción de una cisterna municipal en Es Mercadal.

2. Menorca, objetivo comercial. Toda conquista militar es preludio de actividades mercantiles, pero lo que impulsa el comercio es ante todo la tecnología. Los adelantos en esa materia crean posibilidades nuevas; los propietarios de estas tecnologías y medios de producción más rentables necesitan ampliar sus mercados para vender sus productos y cambiarlos por materias primas. Este tipo de comercio requiere protección naval y militar; conquistar implica más comercio. Son inseparables uno del otro.

La política inglesa en el Mediterráneo había perseguido siempre un objetivo comercial. La 'navy' se había desarrollado a partir de los buques mercantes. El objetivo comercial justificaba la conquista de Menorca.

3. De liberadores a ocupantes. Bruce Laurie trató este apartado con suma exquisitez al escribir el siguiente apartado:

"La situación que había heredado Kane era sumamente difícil. En 1708 los menorquines habían acogido a los ingleses como sus libertadores del yugo impuesto por un cruel gobernador borbónico que los había despojado de sus fueros y privilegios tradicionales. Consideraban a los ingleses sus aliados, pues apoyaban la causa carlista que era la de ellos. Pero cuando Inglaterra abandonó a los carlistas y el 7 de noviembre de 1712 fue izado el pendón británico sobre las cañoneras de los fuertes de Menorca, simbolizando así la cesión de la isla a Inglaterra en virtud de un acuerdo tramado en secreto en octubre de 1712 con el rey católico Felipe V, el pueblo de Menorca se dio cuenta de la amarga realidad: los ingleses no habían llegado a la Isla como aliados sino como ocupantes permanentes, y habían conseguido su objetivo mediante artimañas. Los sentimientos de los menorquines hacia ellos cambiaron radicalmente y los manifestaron públicamente arrojando piedras y matando a soldados ingleses.

En un próximo artículo nos referiremos a otros temas de interés, como son la capitalidad de la Isla, el problema religioso, y lo que podríamos denominar la dosis de españolidad del sentimiento menorquín.