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Necesitamos comunicarnos, esto está claro. Pero ya se sabe que el medio influye en el mensaje. Y en emisores y receptores por añadidura. Las redes sociales han revolucionado las cosas con su inmediatez, versatilidad y difusión. Pueden ser un puntal de la nueva economía. Sus innegables ventajas, sin embargo, no están exentas de riesgo y amenazas. La ausencia de censura tiene dos caras; y la mejor y la peor circulan a la misma velocidad. Se habla, incluso, de futuras guerras cibernéticas.

La RAE va a incluir la palabra "tuit" en su diccionario porque cada vez hay más gente que se "tuitea" sin conocerse. La sede de Twitter está en California y su creación se atribuye a Jack Dorsey, en el ya lejano 2006. (¡Qué felices éramos!) Dicen que ha superado los 200 millones de usuarios y que si te quedas fuera, parece que no eres nadie.

Yo no soy nadie debido a mi poco entusiasmo por las relaciones humanas a distancia. También está el "WhatsApp", un sistema de mensajería instantánea gratuito que puede resultar muy útil en caso de apuro o aburrimiento. No creo que incluyan "guatsapear", los académicos, porque no suena tan bien y es un verbo antipático.

Un "tuit" es un mensaje de texto plano, de corta longitud, con un máximo de 140 caracteres. Esto tiene sus ventajas e inconvenientes. Lo breve, si bueno, puede ser un "tuit", pero no nos permite enrollarnos cual persianas… ni personas. Hay cosas que no se pueden decir en pocas palabras, aunque otras, es mejor que si. Me imagino que si los discursos tuviesen que limitarse a 140 vocablos, a Hugo Chávez o a Fidel Castro les podría dar algo.

Como tampoco tenemos tanto tiempo para leer como antiguamente, buscamos algo de fácil lectura y asimilación. Los razonamientos largos y farragosos quedan descartados. Triunfan las frases cortas, ocurrentes, graciosas y que nos llamen la atención: "Los alemanes vienen de vacaciones a nuestra costa", por ejemplo. Ya saben, tipo eslogan o proverbio.

Se pueden convocar manifestaciones, encuentros, fiestas o reivindicaciones varias. Comentar cualquier cosa que se nos ocurra. Por el efecto viral, la cosa se expande, se contagia y llega a un número increíble de "tuiteros". Si escribes: "grita contra el ruido" puedes conseguir que se unan a la causa muchos rebeldes que la estaban buscando. O "Rodea el Congreso" En tiempos virulentos, aumenta la tendencia a sustituir la angosta calle de la ley, por la salvaje y cada vez más transitada ley de la calle.

Te lo encuentras todo mezclado sin ningún criterio. El problema lo tienes tú, para cribar y desechar lo que no te conviene. "Retuiteas" aquello que te gusta, pero debes tener cuidado con la pérdida de tiempo y las frases como: "Tenía picor y me he rascado. Me siento mejor y se lo recomiendo a todo el mundo…" Quedar enganchado, como dicen los expertos, es lo que hacen los peces en la red…

Puede parecer que vivimos en un mundo volátil, disperso, contradictorio, fútil e individualista. Pero mientras tengamos un aparatito móvil, con teclado y conexión, nunca más nos sentiremos solos.