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La jornada de huelga general de ayer deja varias lecturas. En primer lugar los datos del seguimiento en Menorca -para localizar la convocatoria- dejan claro que los llamamientos al paro han dejado de ser una forma útil de protesta en un país agobiado por la crisis y en el que la mayoría de las empresas luchan por lograr su supervivencia. Esto explica el escaso seguimiento que tuvo en el sector privado. Por ello, la mayor incidencia se dio principalmente entre los trabajadores dependientes de las administraciones y servicios públicos. Aún así el día transcurrió con relativa normalidad, salvo en la educación y en la sanidad, donde además se registró la típica guerra de cifras . Otra cosa fueron las multitudinarias manifestaciones de Ciutadella y, sobre todo, la de Maó. En estos actos se puso de manifiesto la gran preocupación y el descontento existente respecto al camino elegido por el Gobierno para superar la grave situación económica, básicamente por los recortes. En este sentido, los políticos deberían estar más atentos a la realidad y en especial a cómo afectan las medidas a los colectivos más vulnerables. Sin duda son momentos complicados, pero ahora más que nunca hay que apelar a la responsabilidad, dejar de lado la lucha partidista y apostar por unir esfuerzos. La confrontación no es la solución.