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Desde el inicio de la transición CiU había representado la moderación y había participado en gobiernos nacionales de la izquierda y la derecha cuando éstos no habían obtenido mayorías suficientes. Quizás por la Ley d'Hont estaba sobrerrepresentada respecto a otras fuerzas políticas que obtenían más votos, pero el efecto que ejercía sobre la política española era positivo puesto que ayudaba a centrarla. El seny de Pujol en sus pactos con Madrid aportaba buenas dosis de sensatez a todo el país y su inteligencia y talante dialogante contrastaban con la crispación de muchos políticos y medios de comunicación mesetarios.

Todo esto puede haber pasado a la historia con la repentina radicalización de su delfín Artur Mas, quien, con su súbita conversión al independentismo y la peregrina ocurrencia de adelantar dos años las elecciones catalanas, ha puesto en un lío a toda España pero sobre todo a Cataluña y a la propia Convergència.

Si los acontecimientos futuros no lo remedian es muy posible que la "rauxa" del sucesor de Pujol contribuya a extremar en el futuro la política nacional en caso de que no aparezca un nuevo líder de CiU que vuelva al espíritu moderado y pactista original.