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El empeño en proteger las fachadas y muros de las antiguas construcciones de marés ha dado un resultado, en general, deficiente. Los recursos utilizados, cada vez más sofisticados, desde la lechada de cemento previa al revoco, a la capa intermedia de mortero de hormigón celular o "arlita", el tendido con llana de cemento cola, cuando no la solución extrema de enfibrar el muro con resina enmallada para darle un acabado impermeable. En algunos casos la solución ha resistido el embate de la afloración de sales migrando desde la base del muro o zonas húmedas del marés hacia los empastes, reparaciones o revoco de acabado realizados con cemento Pórtland como aglomerante. Pero en otros, vemos un resultado mediocre de fachadas lisas con revoque de cemento y numerosos desconchados. Siempre fallan antes las reparaciones cuyo material está basado en mortero de cemento, que el propio muro de marés.

Además del tipo de revestimiento, otro factor a analizar es la pintura, casi siempre plástica, incluso con una consistencia apreciable. La pintura plástica pretende también envolver la construcción tradicional con una película infranqueable, expulsando la humedad hacia el lado contrario del muro. Sin embargo, frecuentemente se desgaja en ronchas que descubren el cemento de base como en una incómoda floración de la fachada. Ciertamente, los intentos de contener la humedad con una envolvente pretendidamente infranqueable no funcionan. El resultado, cascos antiguos con edificios despintados y con los nobles muros de marés envueltos de un cemento lleno de afloraciones de sales, que dan un aspecto sórdido a las fachadas.

Quienes trabajamos en restauración debemos utilizar mortero de cal, pinturas transpirables, evitar el uso del cemento Pórtland bajo todo concepto. También se plantea este criterio en los numerosos tratados o normas que regulan la intervención en edificios antiguos. Respetar los materiales originales, y permitir que el edificio respire, aplicando pinturas transpirables, o revestimientos con mortero de cal y pinturas naturales, entre las que está también la cal, entre otras más sofisticadas. ¿Acaso las edificaciones de poco valor son distintas, si el marés también está en ellas? ¿No habría que pensar en dejar de luchar contra el marés? Hay que seguir sus códigos, ya que lo contrario es insistir en una batalla casi siempre perdida. Y aún utilizando los materiales compatibles con el muro de marés, es una tarea en la que debemos poner todo el empeño.