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Menorca está en el camino de conseguir que el tesoro arqueológico de la época talayótica sea declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. No será fácil, pero el apoyo de la sociedad a la propuesta es fundamental. Por ese motivo, han sido importantes las jornadas dedicadas a este periodo celebradas el pasado fin de semana y organizadas por la Associació Martí i Bella del Cercle Artístic de Ciutadella. Los menorquines debemos aprender a dar valor a lo que tenemos. Lo supo hacer John Armstrong, que vivió en la Isla en la primera mitad del siglo XVIII. Su libro ("The history of the island of Minorca", 1756) consiguió difundir entre los países de habla inglesa la imagen de una Isla que alberga un tesoro arqueológico de primer nivel. Lo que consiguió este ingeniero inglés hace más de 250 años deberíamos ser capaces de repetirlo ahora, en la época de la comunicación global. El Ministerio de Cultura ha incluido en su relación la propuesta menorquina. Este mes ha de librar la documentación a la Unesco para la reunión que se celebrará en febrero. La declaración permitirá conservar mejor el patrimonio y ayudará a descubrir su atractivo turístico. Dos grandes objetivos.