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Dicen algunos maestros veteranos que cada reforma educativa solo ha conseguido empeorar la enseñanza en España. En cualquier caso, parece que hay bastante coincidencia en que las escuelas e institutos no funcionan como es debido a causa de los defectos del sistema. Sería pues hora de intentar rediseñar éste para un horizonte de al menos un par de lustros.

Es seguro que la reforma educativa de Wert tiene aspectos positivos pero también algunas sombras y para comprobarlo deberíamos esperar a su aplicación. No basta que algo sea razonable sobre el papel sino que debe funcionar en la práctica.

Lo que no es razonable es que sea una reforma -como otras, por ejemplo la ahora vigente- que se haya emprendido sin un mínimo consenso, ni político ni con la comunidad educativa. El ministro taurófilo sabe que ahora podrá imponer su ley con la mayoría absoluta del PP. Pero, ¿qué pasará en la próxima legislatura?

Es muy posible que si no se produce un milagro dentro de tres años el PP, después del desgaste de su política económica, no tenga la mayoría para gobernar y la reforma de Wert será contrarreformada.

¿Para qué entonces crear incertidumbres a escuelas y familias, desconcertar a los maestros, estimular protestas (por si ya hay pocas) y forzar nuevas ediciones de libros que dejan algunos alumnos sin la posibilidad de reutilizar los de sus hermanos? Tanto desperdicio de tiempo, energías y discusiones solo para que los periodistas llenemos titulares y podamos despachar columnas fáciles.