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A finales de los años sesenta, en uno de mis viajes a aquel Londres de la Europa pre-comunitaria, compré una copia de "Homage to Catalonia" de George Orwell. Aquel librito, de la editorial Penguin Books, trataba de su presencia (Dic. 36 – Junio 37) como brigadista internacionalista en la Barcelona de la Guerra Civil. En él relataba las desavenencias y sangrientas disputas entre los comunistas estalinistas y los anarquistas. Orwell sentía aversión hacia el totalitarismo de la URSS (sentimiento que después, 1945, reflejó de forma magistral en su "Animal Farm").

Mi padre, de la generación de menorquines que tuvieron que servir forzosamente un total de siete años de su vida en los dos bandos enfrentados (republicano primero y nacional después), de los que embarcaron en Mahón en el inolvidable "Coca-Cádiz", de aquellos que recordaban para sí escenas terribles en La Mola, en muy raras ocasiones hablaba de la guerra. Pero una vez sí me comentó que durante unos meses (y ya no recuerdo si antes o después de su presencia en Belchite) le destinaron a un campo de prisioneros en Soria. Encargado de archivar la documentación de los presos extranjeros entabló una cierta amistad con un prisionero checo. No todos aquellos brigadistas eran feroces comunistas, también había románticos libertarios que habían venido a España a ayudar a "liberar" al pueblo de lo que sabían devendría una dictadura.

Aquel libro de Orwell me fascinó por la crudeza de las descripciones. Después, en mis frecuentes viajes a la Ciudad Condal, he venido recordando muy a menudo las vivencias de Orwell en aquellas calles que tan bien conozco. En algunas de ellas, y a pesar del tiempo transcurrido, todavía hoy parecen resonar los nombres del POUM, Companys, Macià, la CNT-FAI, etc.

Una de las tres hermanas de Puig Antich, Imma, vive en esa zona de Barcelona que describe Orwell. Muy cerca de la Plaza Sant Jaume. Forma pareja y vive desde hace ya muchos años con un maestro menorquín natural de Es Castell. Visitan Menorca muy a menudo. A los más jóvenes hay que recordarles que aquel anarquista catalán fue una de las dos últimas personas ejecutadas por causas políticas juzgadas en España. Hace años me relacioné muy frecuentemente con esa pareja por diversas cuestiones personales e incluso pernocté en su casa. Muy amables, cercanos y educados, siempre los consideré muy buena gente.

El anarquismo político siempre ha contado con muy mala prensa por su vertiente violenta evidentemente rechazable y nunca aceptable. Quede claro. Pero cosa distinta es el espíritu "romanticista" libertario, pacifista e individualista, que rechaza la manipulación política y busca el no alineamiento del hombre. Buscar el camino hacia la liberación personal (aunque eso roce la utopía), rechazar la adscripción lanar al dictado de los dogmas ideológicos al uso, abogar por la creencia de que esa libertad es necesidad superior a cualquier otra idea política (incluida naturalmente la falacia de la identidad inducida) etc. siguen siendo conceptos plenamente válidos hoy para todos los que rechazan la dictadura de lo políticamente correcto.

Nota
La demagogia populista vuelve a causar estragos en Catalunya. La inmersión lingüística es un insoportable ataque a la libertad democrática de las personas.