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Marisol cantaba: "La vida es una tómbola, tom, tom, tómbola…" y no le faltaba razón a la niña pizpireta. Cada día se rifa algo y, si tu número está en el bombo, te puede tocar a ti. Puestos a tocar, mejor que nos toque "el gordo" que "la china", por supuesto. Pero tan aleatorio es un premio como un marrón, cuando estamos hablando de la suerte.

Comprar y repartir lotería de Navidad, implica confiar en la diosa Fortuna como antídoto contra el desánimo, la frustración y la cruda realidad. Necesitamos cocinar la realidad para poder digerirla. Lo malo es que la cosa empieza con "política al horno" o "nacionalistas en su salsa" y suele acabar con "ciudadanos a la plancha".

A veces, sacar el premio no depende de nosotros, sino de un niño de San Ildefonso. Las azafatas con minifalda siempre sonríen, pero no son apropiadas para sorteos de invierno. La cuestión es que, en este país, dejamos demasiadas cosas al azar. La civilización es un intento - tantas veces infructuoso - de predecir, controlar, conservar, dominar o planificar…como hace la ciencia cuando hay presupuesto suficiente. La educación es clave para ganarle terreno a la ignorancia, la improvisación o la chapuza…a todo lo oculto y salvaje que nos envuelve sin remedio.No conseguimos evitar que ocurra lo imposible o improbable: catástrofes naturales, financieras o humanitarias...Sucesos que sacuden nuestro orgullo con una periodicidad machacona. Siempre volvemos a levantarnos tras la debacle, retomando el afán profundo de conocer y escapar de la angustia o el caos.Demasiadas veces jugamos con la salud, a ver qué nos toca (acumulando papeletas), confiamos en la suerte y no hacemos nada para merecerla. Bancos convertidos en casinos y casinos en gobiernos, que dictan órdenes de obligado cumplimiento. Un economista dijo una vez, que "si me debes mil dólares, tienes un problema; pero si me debes un millón de dólares, el problema lo tengo yo". Es difícil que el sistema funcione cuando, dependiendo de la papeleta que saquemos de la urna, nos encontramos con una ley educativa diferente. La opinión pública está desencantada con esta forma de hacer política y empieza a pensar que los partidos están en permanente campaña electoral. ¿Acaso su única razón de ser es ganar elecciones? ¿Se pueden poner de acuerdo en alguna cosa, más allá de sus intereses particulares? El liderazgo empieza con el ejemplo y, por lo menos, podemos pedirles que no enfrenten a los ciudadanos con sus propuestas estrafalarias. Hablar y entenderse es hoy una urgencia vital, que debería tratarse en la Unidad de Diálogos Intensivos.Con el 22 de diciembre, vuelve el entrañable sorteo de Navidad. ¿Recuerdan? Esa murga machacona que nos mantiene en vilo hasta que la cantinela se detiene y el cava se desborda. Euforia o envidia. A pesar de los vaticinios mayas sobre el fin del mundo, mañana cambiará todo o seguirá todo igual. En esto, no se distinguirá gran cosa de un día cualquiera.