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2013 llega con un pronóstico pesimista. Todas las previsiones económicas son negativas: el Producto Interior Bruto bajará más de un uno por ciento; el consumo privado se reducirá más de un dos por ciento y el público más del siete; el paro superará más del 26 por ciento de la población activa. Es previsible un incremento de los recortes en servicios públicos básicos. El anuncio de las dificultades obliga a dos cosas: no ignorar la previsión y a aplicar las medidas individuales y colectivas para actuar en consecuencia. Ya son muchas las personas, las empresas y los colectivos que han asumido actitudes de austeridad, que responden a la solidaridad social y que con imaginación buscan nuevos caminos. Queda sin embargo, un reto pendiente para 2013 que afecta a los políticos y a los partidos que los agrupan: no pueden seguir alimentando las estrategias de la confrontación, cuando merecen la peor valoración por parte de los ciudadanos. Tienen la responsabilidad de evitar el conflicto y buscar con responsabilidad posiciones que ayuden a superar las dificultades. No se trata de llamadas retóricas a la unidad, sino que los representantes políticos actúen para responder a las previsiones negativas que todos conocen.