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O casi siempre, habría que precisar en el titular para ser riguroso. La desafección ciudadana respecto a los partidos políticos es hoy una realidad incuestionable sobre la que no es necesario extenderse. Es un hecho que afecta principalmente a las formaciones mayoritarias pero del que tampoco se libran las minoritarias.

Al igual que la sociedad, los partidos también se hallan inmersos en una profunda crisis, una crisis que ha echado por tierra toneladas de confianza y credibilidad políticas.

Los procesos de renovación en los partidos no siempre se desarrollan según las previsiones diseñadas por las cúpulas dirigentes. A menudo afloran unas fuertes resistencias entre afiliados veteranos que entorpecen las vías para hacer efectivo el cambio político. Tal situación no es específica de una o muy pocas fuerzas, sino que en realidad suele detectarse en la mayoría de ellas, con independencia incluso del mayor o menor número de afiliados.

Otras veces es la falta de compromiso existente entre la militancia la que dificulta la renovación política que se persigue. Y cuando falla el compromiso no cabe esperar que vayan a obtenerse unos logros realmente ambiciosos.

Toda renovación, en cualquier caso, alumbra unos deseos de revitalizar la acción política. Y en esa tarea acaba de embarcarse el PSM al aprobar una estructura de funcionamiento horizontal y proceder asimismo a la elección de unos nuevos responsables en la dirección del partido. Ante el importante cambio propuesto en esta formación nacionalista, era previsible que se registrara una mayor afluencia en la asamblea convocada en Es Mercadal. Pero la asistencia de menos de medio centenar de militantes supuso un primer fracaso. Y otro hecho relevante que ha llamado la atención es que la responsabilidad de los órganos rectores del PSM ha recaído mayormente en afiliados que acumulan muchos años de experiencia en cargos orgánicos o institucionales. Así lo certifica la presencia en el consejo ejecutivo -y por tanto, continuidad en la dirección- de Antònia Allès Pons, Joan Bosco Gomila o Amèlia Carreras; o que en la comisión de garantías figuren Ramon Orfila, Maria Juan Benejam, Pilar Pons y Amador Marí. De ahí que el título de este artículo aluda a una renovación política con las caras de siempre.

Dejando claro que la mía es una crítica estrictamente política, me parece que el PSM tenía que haber aprovechado su familiar asamblea para "jubilar" políticamente a las personas aquí mencionadas y dar entrada a nuevos nombres, conceder sobre todo más plazas a la juventud. Mas ninguno de los históricos citados dio un paso atrás. Al igual que ocurre en el deporte, en política también es muy importante que los partidos cuiden sus respectivas canteras. Por una razón elemental: son los jóvenes quienes han de construir el futuro, no las personas mayores. Y mal asunto, por otra parte, si un partido no se atreve a confiar en sus afiliados más jóvenes para conquistar precisamente un futuro político que se pretende más esplendoroso.

A los nuevos dirigentes del PSM quizá les resulten de alguna utilidad unas lúcidas palabras del periodista y escritor Ryszard Kapuscinski sobre el papel de los jóvenes. A este autor polaco pertenecen las siguientes afirmaciones: "Si nos encontramos frente a una nueva consciencia y a nuevas actitudes que niegan valor y autoridad a la experiencia de los mayores, es necesario que entendamos que esto tiene un sentido y unas razones. Y que estas razones vencerán de todas formas. Es necesario que entendamos que los jóvenes nos escucharán solo con la condición de que nosotros les escuchemos a ellos y de que sean ellos los que nos inviten a hablar. La clave de todo está en el interés recíproco. Si no nos damos cuenta de esto, los jóvenes seguirán venciendo, porque el futuro es de ellos y los más viejos seguirán siendo prisioneros de su propia ceguera". Y remata Kapuscinski: "Los jóvenes están mejor informados, son mucho más inteligentes, más capaces de expresarse, más ágiles y maduros, intelectualmente, que quienes los han precedido. Lo digo sin ideología, es una pura y simple constatación (…). [Hoy día] los mejores de entre los jóvenes saben muchas más cosas que nosotros, por eso yo prefiero ser humilde y modesto antes que decir: soy más viejo, por tanto, sé más que tú".

Es muy posible que el consejo de Ryszard Kapuscinski caiga en saco roto. El PSM ha optado por mantener en su dirección a un buen número de militantes históricos. Una decisión muy respetable que sin embargo no creo que ayude a reforzar el proceso de renovación acordado, sino todo lo contrario. Se corre el riesgo de que contribuya más bien a debilitarlo. Y en tal caso, el PSM cosecharía otro sonoro fracaso político.