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Qué maravillosa es la capacidad que tiene el ser humano de sorprenderme con su estupidez cuando parecía que había llegado al límite. No contentos con llenar de basura nuestro planeta ahora nos dedicamos a tirar desperdicios y sobras a la Luna. Pasó a finales de 2012 cuando la NASA decidió 'suicidar' la sonda 'Ebb' junto a su nave gemela 'Flow' una vez completada su misión de trazar un mapa del campo gravitatorio de nuestro satélite haciendo que se estrellaran contra un cráter lunar.

Sinceramente nos lo tendríamos que hacer mirar. Enfrascados como estamos en una lucha titánica por reducir la contaminación en el planeta Tierra, preocupados porque los polos se están derritiendo, el agujero de la Capa de Ozono se hace cada vez más grande culpa de los que, contra la norma general que impera en los vagones de metro abarrotados, utilizamos desodorante y porque si un ejército de vacas se pone de acuerdo y se suelta un 'pedete' al unísono puede desestabilizar el ecosistema, ahora empezamos a tirar la basura en el 'patio de atrás'.

La parte positiva es que el aparato en cuestión dejó grabado un video de sus últimos instantes de vida en los que muestra la superficie lunar desde una altura de diez kilómetros, dicen. El minuto y medio de descenso en un lugar donde no hay nada, salvo alienígenas encabronados porque ensuciamos su jardín y que esperan agazapados en el subsuelo hasta reunir un ejército lo bastante grande como para bajar a la Tierra, pegarnos una patada en el culo y ya de paso, colonizarnos, no tiene desperdicio. Tranquiliza, cuanto menos.

Esta obsesión por llenar de basura todo lo que no es nuestro nos va a salir cara. De entrada porque clínicamente no debe ser buena, y después porque ya hemos llenado parte del espacio con satélites, sondas y estaciones espaciales, montando un cristo que no hay chacha que lo arregle. Para hacerse una idea del mal que estamos haciendo no hace falta arrimarse a un telescopio en busca de basura espacial, basta con acercarnos hasta cualquier playa para darnos cuenta de que no merecemos todas las cosas bonitas que nos rodean.

Parece como si estuviéramos haciendo oposiciones a una invasión extraterrestre. Con suerte, tratarían mejor el planeta, y con un poquitirrín más de suerte, nos darían nuestro merecido.
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dgelabertpetrus@gmail.com