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Unos céntimos, entre cinco o seis. De esta cantidad mínima puede depender que el sector lácteo menorquín se salve de la quiebra a la que parece estar abocado. La cifra corresponde al necesario aumento del precio por litro de leche y que ha de suponer un beneficio directo al ganadero. La aspiración de las organizaciones agrarias es que se pueda vender a partir de los 0,35 céntimos para mejorar la rentabilidad de unas explotaciones en crisis, castigadas además por el sobrecoste que supone la doble insularidad. La situación actual es insostenible y así lo ha reconocido el conseller de Agricultura, Gabriel Company, durante su visita a la Isla. La solución no es fácil y las esperanzas están depositadas en un acuerdo a nivel nacional y europeo para que las empresas comercializadoras no vendan la leche por debajo de unos costes de producción que no paran de subir. En este sentido, las administraciones autonómica y central deben poner todo su empeño en alcanzar un pacto para garantizar la viabilidad de una actividad que es estratégica para el campo. En estos momentos todas las alarmas están encendidas, ya que lamentablemente el número de fincas que se ven obligadas a cerrar se incrementa de forma preocupante.