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Mariano Rajoy es gallego y a menudo suele soltar alguna frase con la dosis justa de ironía, que ayuda a relajar la tensión y a esbozar una sonrisa, aunque no siempre consiga efectos tan simpáticos, sino todo lo contrario.

En Menorca hemos tenido también un Gallego, de nombre José Luis, gerente del IB-Salut en Menorca, que el martes se fue de la Isla en silencio, sin ceremonias de despedida. No es que sean necesarias, porque él mismo se ha atribuido un perfil exclusivamente técnico en el cargo y una misión principal: aplicar los cambios que impone la política de austeridad. No era muy difícil que topara con la oposición de quienes padecen los recortes. Sin embargo, el IB-Salut ha tenido un delegado, que ya había sido director médico del "Mateu Orfila", que no ha ayudado a comprender la necesidad de los ajustes y el acierto o no de las medidas que se han aplicado. Si ha sido criticado por su falta de comunicación interna por muchos de los que han convivido con él en el mismo Hospital, fuera del ámbito sanitario sigue siendo un desconocido. Los últimos directores Claudio Triay y Antoni Gómez-Arbona habían conectado más con su personal y con los usuarios de la sanidad pública. Las tensiones propias de los tiempos difíciles forman parte del cargo. Creo que es una frase de Obama: "Nadie dijo que iba a ser fácil".

Posiblemente mañana cruce la puerta del Hospital el nuevo gerente, Manuel Yebra, un buen comunicador, con facilidad para el trato humano, un economista que asume el cargo por la confianza política del Govern. Su experiencia en sanidad es la de un paciente. Tampoco lo tiene fácil, porque, para desgracia de los ciudadanos, el temporal no amaina. La palabra no basta. Pero el diálogo puede ser un buen principio.