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Les confieso que me considero un privilegiado. El diario que usted tiene ahora entre sus manos (o en cualquier pantalla en su versión digital) me da la oportunidad de opinar libremente y de ejercer el derecho a réplica que todos los ciudadanos tenemos o deberíamos tener, lo dicho un autentico lujo.

Intento escribir mis artículos con sinceridad, con honestidad, reconociendo mis limitaciones, mis miserias, mis dudas y mis contradicciones, faltaría más. Cuídense de los personajillos mediáticos que lanzan soflamas sobre como deberían ser las cosas según los amos que les pagan para que ladren a su ritmo. Cuídense de su manipulación y de sus mentiras, son más perjudiciales para la salud, y la convivencia, que ver las tetas de Mercedes Milá en sus ataques de hilaridad adolescente que le han hecho perder el norte periodístico desde hace años, lo de la señora Mila es circo, lo de los otros es veneno mercenario puro y duro.

Les citaré como ejemplo de sus tropelías seudoperiodisticas que avergonzarían a cualquier profesional serio de los medios, su intento por relacionar a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca con la banda de asesinos criminales de ETA, ¿se puede ser más mezquino?, ¿se puede ser más vil?, ¿se puede ser peor persona?, retuercen la realidad de la manera más zafia para intentar frenar todo movimiento ciudadano que no aplauda al poder del color que a ellos les conviene, les presento aquí mi más profundo desprecio.

Pero hay algo aún más preocupante que darle cancha a estos estúpidos servidores de la mentira y voceros de lo apocalíptico, son los personajes que refugiándose en el anonimato de la red se atreven a soltar los insultos más gratuitos, o las chorradas más increíbles, o los argumentos copiados de sus medios casposos para atacar a cualquiera que se atreva a dar su opinión en público. Van a degüello, sin piedad y sin miramientos, y lo hacen dando emails falsos, o bajo seudónimos ridículos para no dar la cara, para tirar la piedra y esconder la mano, ¡que cobardes, que estúpidos!. No ejercen la crítica, se dedican a chillar como sicópatas a todo lo que se mueve que no sea de su agrado o de la de los medios de los que se alimentan.

El intercambio de argumentos es sano y necesario, queridos lectores, la crítica y la autocritica se muestran como imprescindibles para la mejora y el conocimiento. El reconocimiento de nuestras miserias y nuestras limitaciones nos hace más humanos. La arrogancia y la prepotencia están reñidas por definición con la sabiduría, deberíamos ejercer la empatía hasta la extenuación. Pero algunos no entendieron la ironía de Voltaire cuando exclamó: "Proclamo en voz alta la libertad de pensamiento y muera el que no piense como yo", así les va, así nos va.