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Ya no se trata de vivir, se trata de sobrevivir. Una de las técnicas de supervivencia más conocido es la del camuflaje, debemos mimetizarnos con el paisaje e intentar pasar desapercibidos para los depredadores.

Antes de empezar a camuflarnos debemos estudiar los movimientos y las maneras de los que nos quieren devorar, observar sus pautas de comportamiento y sobre todo su fisonomía y sus costumbres a la hora de vestirse, para copiar antes se debe conocer al original, cualquier pequeño fallo nos llevará a ser despedazados sin piedad.

Algunos elementos del depredador clásico son: la gomina, está quizás algo desfasado y cayendo en desuso, pero no se dejen engañar, lo llevan muy adentro de su ADN y tarde o temprano la lucirán con orgullo. La corbata, ¡cuidado aquí!, no sirve cualquier corbata, huya de las corbatas baratas o de mercadillo, intente que sea algo rompedora o transgresora, un buen traje de corte clásico y una corbata de seda italiana es una buena opción de combate, pueden usar como ejemplo a personajes tan ilustres como Duran i Lleida o el rey de la modalidad el señor Camps, no olvidemos además que la corbata es un arma de doble filo, generalizada en su uso es difícil distinguir las intenciones del individuo que la lleva, en todo caso si alguien pide su voto o intenta que firme unas preferentes casi seguro que pertenece a una especie muy nociva. El traje, nunca falla, mejor si está hecho a medida y pagado con dinero público, no es que se note como fue adquirido, pero el portador lo sabe y lo lleva de otra manera. Y en verano ya saben, polos del cocodrilo que pueden acompañar, por darle un toque de "que guay que soy", con alguna pulserita de cuero comprada a los pobres en algún mercadillo. No olviden los complementos, relojes grandes y vistosos y algún teléfono de última generación.

Todo lo anterior es si usted pertenece al género masculino, para el femenino podemos destacar los trajes chaquetas, los colores oscuros con un algún naranja o rojo de vez en cuando, los cardados imposibles, las mechas rubias, algo de oro en cuello y muñecas, faldas hasta la rodilla, zapatos muy caros pero que no se note, algún broche brillante pero sin demasiada ostentación, pueden fijarse en varios modelos muy icónicos como la señora Cospedal, o por nombrar otro clan para que no nos tachen de lo que no somos, la señora Salgado , recuerden que las ministras zapateriles posaron para Vogue y la señora Soraya Sáenz de Santamaría lo hizo de forma glamourosa para El Mundo, créanme las diferencias entre ellas son mínimas. Si alguna se atreve a darle un toque francés nuestra máxima referencia es la señora Christine Lagarde, el FMI sabe tratar bien a sus currantes.
Algunos podrán pensar: "al tío este se le han fundido las cuatro conexiones neuronales que le quedaban, no solo reduce a las personas a su look olvidándose de que lo importante es lo que hacemos y no como vestimos, sino que además se piensa que es fácil acceder a todas esas prendas tan caras "; y la verdad, queridos lectores, es que los que así piensan tienen toda la razón porque además no tengo ni repajolera idea de moda, pero a veces lo superfluo parece que es lo único que importa y como muchos ya han caído en la resignación lo que les queda es la supervivencia.

Para terminar les confieso que siempre pensé que la elegancia residía en la dignidad pero me estoy dando cuenta que si alguien pierde la segunda ya no importa como vaya vestido, porque se sentirá siempre débil y desnudo, palabrita de gafotas.