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La necesidad de mejorar la competitividad de nuestra economía se repite como un mantra en todas y cada una de las presentaciones de informes económicos. No fue una excepción la última, la del BBVA. Ser competitivos, capaces de igualar o superar a nuestros contrincantes comerciales, es el reto que nos marcan los economistas y, la verdad, genera impotencia escucharlo. Porque desmontado el cliché de que los españoles no trabajan lo suficiente -según las estadísticas de la OCDE nuestra jornada media en horas supera a la de Alemania y otros once países europeos-, ¿dónde radica el secreto? La idea de que 'echar horas y horas' en la oficina es el remedio a nuestros males es obsoleta.

La competitividad se puede ganar rebajando precios, siendo más baratos, o con calidad y la diferenciación del producto, pero también, apuntó el mismo informe, facilitando lo máximo posible las cosas a las empresas. Algo que aquí no sucede.

Y los datos que se aportan para justificar esa conclusión son demoledores: España es, junto con Chipre, Grecia, Hungría, Portugal, Rumanía, Serbia y Turquía, uno de los países donde se necesita más tiempo para obtener una licencia en hoteles y restaurantes, por poner un ejemplo. Como media, más de sesenta días. También conocemos algún caso de años. En Alemania y Francia el plazo medio oscila entre 40 y 60 días y en el otro extremo se sitúa Reino Unido, con siete días. No importa que nuestra jornada sea extenuante o que surjan emprendedores si la burocracia lo bloquea todo.