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Además del bicho raro, el pavo real, el noble bruto y el pardillo común, existen infinidad de especies en la Península ibérica que podrían ser observadas con vistas a su posterior estudio y clasificación.

Cualquier naturalista aficionado, sabe que el fanático de cuello corto está bastante extendido por toda la geografía española y se reproduce con suma facilidad. Su característica más destacada, es la violencia física o verbal. Acostumbra a ser anti-algo; tiene claramente identificados a sus enemigos y vive de su odio visceral e inconfundible. Se muestra beligerante, intransigente y arrogante. Es gregario por naturaleza, pues necesita sentirse parte de un grupo que le aporte seguridad y confianza.. El fanático se deja llevar por la emoción y el resentimiento. Menosprecia la razón, le mueve la adrenalina y le aburre la filosofía. Puede resultar sumamente peligroso, por lo que hay que tomar precauciones para acercarse o intentar tocarlo. Prefiere la acción directa a la democracia y tiene muy mal perder, dado su carácter competitivo. Los hay de todos los colores.

El flemático o pasota, es tardo y lento de movimientos. No se quiere meter en líos, y se lo piensa mucho antes de actuar. De hecho, actúa poco y prefiere observar discretamente lo que ocurre alrededor de su hábitat. No participa en política. Suele mostrarse escéptico y le da igual lo que hagan los demás, siempre que no se metan con él y le permitan vivir a su aire.

El idiota o "curruptus vulgaris" es individualista, egocéntrico y se cree el centro del ecosistema. Todo le parece insuficiente, porque no aprecia nada. Encerrado en su caparazón, le gusta cazar por las noches y es un depredador muy efectivo. Le importan un bledo los asuntos públicos. Su lema es: que cada uno vaya a lo suyo y todo está bien, siempre que no te pillen. Generalmente poco cultivado, siente aversión por la lectura y la moral, ocupaciones que le parecen innecesarias o superfluas.

El perezoso vive sin dar golpe, alimentándose de manera poco sana y bebiendo grandes cantidades de cerveza. No le gusta cocinar. Cuando detecta algún peligro o un cambio brusco en el ambiente, se pone a mirar hacia atrás, pues así se siente más protegido.
El inmaduro salvaje se caracteriza por camuflarse frente a las responsabilidades, utilizando dos curiosas formas de escurrir el bulto: el infantilismo y el victimismo. La conducta infantil es exigente y tiránica, pues quiere que se le de todo hecho, sin esfuerzo; puede reaccionar con rabietas, pataletas o agresividad, si ve frustrados sus deseos. El victimismo le ayuda a dar todas las culpas a los demás, eludiendo cualquier responsabilidad o autocrítica. Cree que con esta forma de presentarse en sociedad, conseguirá lo que se proponga. Usa el chantaje y un lenguaje épico, que idealiza la realidad, borrando lo que no le conviene. Intenta conseguir una posición dominante dentro de la manada.

Los aficionados a la zoología pueden disfrutar de un agradable paseo matutino, dedicado a la observación de la naturaleza. Con un poco de suerte, pueden llegar a encontrarse con una gran variedad de papanatas reales y cantamañanas de agua dulce, rodeados del listillo de turno, conocido parásito que puebla nuestras costas, en busca de protección y sustento.