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Un político con pretensiones nunca se deja en casa el chip electoral. Interpreta las cosas que le pasan y lo que se publica en función de si cree que mejora o no su imagen. Nunca deja de estar en campaña. En el PP se ha producido un cambio estratégico en el ecuador de la legislatura, con el objetivo de poner la proa hacia las próximas elecciones. Bauzá es el autor de la nueva partitura. La remodelación del Govern responde a este "nuevo impulso". Se ha desprendido de los consellers más "gastados" por ser la imagen de las políticas de austeridad y cada vez que puede descarga un alud de mensajes "en positivo". La estrella: seis meses (van a ser siete) reduciendo el paro en Balears. Por eso pide la confianza de los ciudadanos (que se concede mediante el voto, todavía lejano). El presidente regional trabaja con una hipótesis: cuando lleguen las elecciones la economía habrá mejorado, el mensaje habrá calado y la victoria será más que probable.

En Menorca también hay consecuencias de la estrategia de Bauzá. Casi al mismo tiempo, Reynés remodela su equipo. Salvador Botella da un paso atrás, por decisión del partido. Hombre fiel a la alcaldesa, ha jugado de central de la defensa (acaparando los golpes) y de punta de ataque (con sus iniciativas de movilidad).

Ese desgaste es percibido por el partido como un inconveniente para construir una imagen más amable de la gestión municipal. Primer síntoma: el puerto no se cierra en verano. Sanz, que ha cultivado la militancia desde la juventud, cobra protagonismo, y el regreso de Gornés refuerza la nueva estrategia. Con Yebra haciendo amigos (sin ironía) en el Hospital, los costes de la nueva estructura casi no se incrementan. Jugada perfecta. Y ayer, unas jornadas para confirmar que "el partido es lo más importante" (Bauzá dixit).