Julio 1953, puerto de Mahón, el matrimonio José y Antonia posaron por separado en la mecedora junto al aparato receptor, recién adquirido en Philips. Fotografiados por Luis Valls. Las fotografías han sido cedidas gentilmente por Alberto Fortuny Previ

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Me encantó charlar con Juana y Alberto Fortuny Previ. Me emocionó escuchar a la hermana mayor con un cúmulo de recuerdos y vivencias de su infancia y juventud junto a sus padres y hermanos. Sus recuerdos permanecen vivos, de cuando vivía en la plaza del Carmen en lo que hoy es el piso de la tienda de Xoriguer, en aquellos momentos tienda de telas del señor Montalán.

Me interesé por el ambiente navideño del lugar, las casetas de feriantes que allí se montaban, las ventas de pavos "i aviram" por los propios payeses, el juego de "la rata", las canastas de naranjas y otros productos amontonados sobre la acera frente a casa Botella.
En 1937, en plena guerra, nació su hermana Mena, en una cueva que hacía las veces de refugio.

Gracias al empeño de Fortuny a su esposa e hijas no les falto de nada, el disponer de carruaje y mula les ayudo en el fatal momento por el que estaban pasando. Salía de buena mañana, visitando norias y "llogarets" enseñando ropas , telas, hilos y demás. Todo ello lo hacía al trueque, intentando cambiarlo por alimentos. José Fortuny, se desvivía por los suyos. "Hagués fet l'ullastre".

Finalizó la guerra y, a pesar de las críticas de la familia, José Fortuny Sintes, que iba para empresario, decidió abrir una tienda. Decidido a continuar hacia adelante estaba seguro de que la clave de su éxito junto a su querida esposa y sus dos hijas era el mundo del tejido. Si bien el señor Terrés, donde trabajaba, le propuso continuar por su valía y buen talante con el público.

Enterado de que iba a cerrarse el estanco del señor Allés en la calle del Castillo, subiendo a mano derecha, en el 48, esquina con la del Comercio y el número 4 de la misma, ambas pertenecían a la misma vivienda. Una vez puesto en contacto con su propietaria, llegaron a un acuerdo alquilándola. Quien le iba a decir en aquellos momentos que un día no muy lejano pasaría a ser su propietario. Y que muchos años más tarde su hijo adquiriría los edificios adyacentes de las dos calles. Todo un reto para un comerciante que empezó de cero, lo que significa que los Fortuny han trabajado duro, sin horarios y, lo más importante, lo más admirable, el ir todos a una.

Continúo en el recuerdo, como si fuera hoy, conservo en mi memoria infantil aquella tienda, lamento no poseer los dones de Carlos Mascaró, les dibujaría tal cual se encontraba Fortuny, donde mi familia de acogida de Sa Sínia des Moret se paraban para adquirir los productos que precisaban.

Traspasada la puerta, una entrada tal cual las de este tipo de género, empleaban una pared, la de la derecha repleta de armarios y estos llenos de piezas de telas, según la estación del año; un " taulell" donde don José y su ayudante un jovencísimo Jaime Pons Mercadal, conocido popularmente por Sensio, "al cel sia", iban atendiendo al público.
A la izquierda otros estantes más, y al fondo un espacio dedicado a mercería, despachándose lo clásico de este ramo. Juana, se encargaba de la sección. Si bien su padre era reacio al mismo, comprendía que al vender, por ejemplo un abrigo, el forro, entretelas "espatletes" se adquirían botones y cuantos complementos fueran precisos.
El sábado o víspera de fiestas, el producto estrella se convertía en perfumería, jabón "d'oloreta", agua de colonia a granel, fijapelo, ron kina, etc. Amén de ropa interior de señora y niña, camisetas, de caballero, camisas de dormir, pijamas, pañuelos "de mocar". También recibían encargos de delantales, calzoncillos de caballero, ropa de casa, disponiendo de modista especializada para todo ello.

Cuando Juana, la mayor de la familia, cumplió 18 años, su padre la responsabilizó de aquella sección, deseoso de que aprendiera en situ del valor de las cosas, supiera comprar y vender. Puesto que mantuvo hasta los 30 años. El ser madre de familia la obligó con cierta tristeza a dejar su puesto en el que se había mantenido toda su infancia y juventud. Donde tanto había aprendido de la mano de su padre, convertido en maestro de sus hijos. Su talante, su buen hacer, su rectitud le sirvieron para que la tercera generación se sepa desenvolver en el sector del comercio, logrando que al mencionarse a Fortuny, se relacione con estilo y calidad.

Si bien los representantes de las fábricas de tejidos barcelonesas venían constantemente ofreciendo sus novedades y productos, José Fortuny cada quince días salía hacia Barcelona en busca de las últimas novedades, visitando a los mayoristas más importantes. Juana me comentó que, al regreso de cada viaje, lo hacía con un vestido para la madre y para las niñas. Más tarde añadió preciosos peleles para su hijo Berto, nacido en agosto de 1944, fiel continuador del fundador.

Cuando tan solo se habían cumplido doce años de la apertura, y después de haber adquirido la casa colindante, "se va tirar tot a terra" construyéndose la tienda más moderna de la ciudad dedicada al ramo. Para ello el señor José, persona de muy buen gusto, "li agradaven ses coses molt ben fetes", no dudo encargar la obra a don Antonio Humbert, uno de los grandes en el mundo de la construcción, el que fue maestro de la mayoría de constructores que afloraron en los años sesenta con el 'bum' de la construcción. Se derribó la esquina para hacer un chaflán, era una gran iniciativa ya que daba anchura a la calle.

Al contrario de lo que sucede en la actualidad, estrechándose las mismas. Tres amplios mostradores cada uno de ellos con un lema: mercería, lencería, novedades y en lo alto de la amplia puerta, se podía leer tejidos, mientras que el rótulo en piedra noble decía Almacenes Fortuny. Intervinieron en el ramo de carpintería Pedro Gomila, de la calle de la Plana, un manitas en el oficio. Fue visitada por infinidad de gente, de manera especial la cocina, una auténtica obra de ingenio y modernismo. La electricidad corrió a cargo de la casa Saura.

El 29 de abril de 1956 se podía observar el comercio totalmente reformado, pero manteniendo, el lema de la casa, siempre al servicio del público.
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margarita.caules@gmail.com