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A principios de semana la naviera Baleària transportaba efectivos de la Unidad Militar de Emergencias para sofocar el incendio de Andratx y así lo tuiteaba mostrando el lado solidario de la compañía. Ayer el pajarito del microblog se volvió en su contra al trascender lo ocurrido en el buque Jaume I que tuvo que ser remolcado hasta Alcúdia por un fuego en su sala de máquinas. Es la cara y la cruz de las redes sociales, según el punto de vista desde el que se mire.

Afortunadamente el incendio se pudo sofocar, no así las quejas de los pasajeros en internet, demostrando lo difícil que es hoy día manejar la información y contenerla a través de los gabinetes y fuentes oficiales.

Todo suceso queda sujeto a la investigación, como así ha ocurrido con el problema del buque que cubría el trayecto desde Ciutadella a Mallorca. La naviera analiza las causas pero, mientras tanto, algunos usuarios consideran que lo que se califica de incidente podría haberse convertido en desgracia por la descoordinación existente. "Un milagro hizo que todo acabara bien, sin embargo a nadie interesa este milagro más que a los 200 pasajeros que íbamos a bordo", relataba ayer a este diario una pasajera que viajaba con un bebé de cinco meses.

Nadie más que quien ha vivido un percance así en primera persona sabe la angustia que ha pasado. Y la pregunta siempre es la misma ¿es necesario esperar siempre a que ocurra una tragedia para extremar las medidas de seguridad? ¿Es mejor dejar todo al azar confiando en que no nos pille a nosotros?