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Hace unos días la guardia civil detuvo al director de Aquópolis, uno de los parques acuáticos, más grandes de Europa, situado en Villanueva de la Cañada, un pueblo de Madrid. Al parecer se le acusa de robar agua por valor de medio millón de euros.

Yo no sé ustedes, pero yo no puedo dejar de alucinar con noticias como esta. Un señor director de una gran empresa que seguramente cobra algo más del sueldo mínimo interprofesional robando agua (presuntamente, no olvidemos nunca la presunción de inocencia) del parque acuático que gestiona.

Ya me lo imagino silbando disimuladamente por las piscinas del centro con un cubito y cuando los currantes y clientes estén despistados llenándolo de agua y llevándoselo debajo de la americana a un destino inconfesable. Medio millón de euros en agua son muchos litros, pero el director inasequible al desaliento iba gota a gota creando una gran fortuna y haciendo bueno el viejo refrán "agua que no has de beber… embotéllala para después vender".

La verdad del caso parece estar en que no pagaba facturas de agua al Canal de Isabel II (empresa suministradora) porque afirmaba que la cogía de unos pozos propios, sin embargo los pozos se secaron hace tiempo y manipulando tuberías y contadores robaba agua impunemente.

Obviamente robar agua para un parque acuático es lo más lógico del mundo, no iba a robar sifones para rellenar semejantes piscinas. Debió pensar "tengo una idea genial para aumentar los beneficios, a ver ¿ qué somos? un parque acuático ¿no?, ¿qué usamos en cantidades ingentes? agua ¿no?, luego hagamos una pequeña chapucilla para tener agua gratis y "aquí pez y después escoria", o como se diga eso que no estoy aquí para hacer refranes". Y los accionistas de tan prestigioso parque diciendo" Buena idea sin duda, yo tengo un cuñado dentista y roba brackets. Y yo un primo butanero y roba gas. Pues yo una hermana peluquera y roba rulos. Eso no es nada, añade el becario salido de una prestigiosa escuela de negocios, yo tengo un tío político que… No te pases", le recrimina el resto de consejo de administración.

Algunos sostienen que todos llevábamos un corrupto dentro, que lo único que nos diferencia es estar en el sitio y momento adecuado, o no estarlo, para que esa pequeña bestia aflore y actúe sin remordimientos. De esta manera consiguen diluir culpas, si todos somos corruptos en potencia las culpas se reparten y los malotes son menos malos. Y además logran que el resto calle, porque pocos tienen el valor de decir "no oiga, que yo no soy como ustedes, yo no robo ", serán mal vistos los que se coloquen en un plano moral superior.

Llegados a este punto, queridos lectores, va bien acordarse del filosofo Demócrates cuando afirmó "todo está perdido cuando los malos sirven de ejemplo y los buenos de mofa". Pero más que en Demócrates, el director del Aquópolis debió pensar en Tales de Mileto que sostenía que el origen y principio de todo residía en el agua, incluso el de una pequeña fortuna de medio millón de euros. Todo presuntamente por supuesto.