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Me parece obligado, como obispo de Menorca, ofrecer a la comunidad cristiana y a la sociedad en general una explicación acerca de los últimos planteamientos que afectan al diario MENORCA y que suponen un cambio importante en la relación de nuestra diócesis, accionista mayoritario, con este querido medio de comunicación, que se ha introducido, por otra parte, en el seno de muchísimas familias como un elemento más de su entorno vital. La experiencia y la sabiduría que se desprenden de sus páginas han generado un bien ganado prestigio y una sintonía de cariño en muchos ciudadanos que lo han considerado como propio. Ha servido también como excelente complemento para la finalidad permanente de la Iglesia como es la de transmitir la persona, la obra y el mensaje de Jesucristo y hacer presente sus propias orientaciones a toda la sociedad.
Permitidme exponer nuestra postura en la actual situación. Empiezo con un poco de historia, conocida por todos y acabo con una recomendación. La parte central de este comunicado contiene las razones que la diócesis ha considerado oportunas para tomar esta significativa decisión.

El Diario MENORCA, desde su fundación hace más de 70 años, ha tenido diversas etapas en su devenir. En su día, para evitar su desaparición y contar con un medio de comunicación católico, fue adquirido por el sacerdote de Mahón, D. Jaime Cots de Riera. A partir de ese momento, y por manifiesta voluntad del comprador, tres fueron los pilares o fundamentos de la publicación: la doctrina y la moral de la Iglesia, la defensa de los intereses de Menorca y la independencia respecto a los distintos poderes políticos. Contó con la ayuda de D. Francisco Hernández Escrivá, D. Guillermo de Olives Pons y D. Mateo Seguí Mercadal. Cuando, con el paso de los años, la pequeña empresa se trasformó en Sociedad Anónima, el Rvdo. Cots, con su proverbial generosidad, hizo partícipes del accionariado a la Mitra Diocesana, con un 69% y a los dos últimos de los colaboradores mencionados, con un 15% para cada uno de ellos, reservándose para sí el 1%. Editorial Menorca S.A. se impuso a sí misma un principio de gratuidad, es decir, el no reparto de dividendos para los socios, con la reinversión de los beneficios en mejoras para la empresa. Se sucedieron las Juntas de Accionistas, los Consejos de Administración, con sus distintos Presidentes, con tiempos de estrecheces y épocas de bonanza, hasta llegar al último trimestre del año 2008, cuando se declara la gravísima crisis económica y financiera, cuyos efectos todavía padecemos.

Nos encontrábamos entonces con una empresa sobredimensionada, sin deudas y con unas reservas que permitieron afrontar los primeros y adversos efectos de la crisis, tratando de perjudicar lo menos posible a los trabajadores y estudiando medidas de viabilidad del conjunto de la empresa en espera de poder remontar la situación. Pero la caída de la venta de publicidad y la difusión, causa principal de las dificultades en nuestro sector, no se ha detenido, sino que ha ido en aumento hasta el día de hoy. Podemos decir que a la mencionada crisis general se unió la crisis sectorial de los medios de comunicación social, especialmente la del periodismo escrito, que está pasando por uno de los momentos más delicados de su historia. Tampoco las ediciones digitales de los periódicos han permitido resolver esta grave circunstancia. El intento de nuestro "menorca.info" es un claro ejemplo: ha generado muchas visitas pero no ha ayudado a producir más suscripciones ni más ventas; por tanto no se ha traducido en beneficios económicos aunque haya tenido una muy positiva valoración en contenidos y presentación.

Ante la prolongación en el tiempo de esta difícil coyuntura, el Consejo de Administración, a partir del año 2009, se apresta a aplicar distintos planes, que llevan a una progresiva pero drástica reducción de gastos. Los costes de estos ajustes han repercutido tanto en el endeudamiento de la propiedad como en la siempre dolorosa reducción de la plantilla de trabajadores, a pesar de aceptar estos una merma importante en sus retribuciones. Paralelamente se han hecho esfuerzos ingentes, sin éxito hasta el momento, para incrementar las ventas, llegando a una situación insostenible después de cinco años consecutivos de pérdidas.

Posteriormente se abre paso entre los responsables del periódico la necesidad de encontrar un socio industrial que provea y haga posible una doble aportación a la empresa: la económica y la tecnológica; a saber, un socio que no solo aporte capital, sino experiencia en el campo de los medios de comunicación, que permita una puesta al día del sistema tecnológico. La preocupación por la falta de inversiones en este campo era evidente por las consecuencias funestas que se derivarían para los proyectos de futuro sin una adecuada renovación en el utillaje industrial.

Tras varias conversaciones con otros medios buscando posibles alianzas y con estudios de mercado en la mano, influyó en nuestro parecer el dato de la nula viabilidad económica de dos cabeceras en la Isla reconociendo, al mismo tiempo y con pesar, que ello suponía una merma en la pluralidad informativa. Ahí comienza el diálogo con Hora Nova S.A. con distintos altibajos para acercar posturas entre ambas empresas. Ese diálogo culmina, después de un largo proceso negociador, con la firma de un acuerdo, que básicamente se puede resumir en los siguientes puntos: se integra en el accionariado de Editorial Menorca a Hora Nova S.A., editora de UH Menorca, cuya cabecera desaparece. La diócesis deja de ser accionista mayoritaria en esta empresa. Respeto exquisito al actual Ideario. Fusión de dos equipos y dos proyectos de futuro manteniendo la cabecera MENORCA, DIARIO INSULAR, para seguir defendiendo con independencia los intereses de la Isla aunque ello implique el sacrificio, siempre muy doloroso, de algunos puestos de trabajo.

Comenzará, por tanto, una nueva singladura del diario "Menorca" en la que nuestra diócesis mantendrá una presencia significativa con el objetivo de continuar ayudando al desarrollo de las mismas convicciones que propiciaron su nacimiento. Atrás queda el trabajo intenso, y muchas veces desinteresado, de un enorme número de menorquines que posibilitaron un valioso medio de comunicación para toda la isla durante tantos años; también el de sacerdotes y comunidades cristianas que alentaron toda su andadura. En el presente queda mi sincera gratitud a todos ellos. Para el futuro la esperanza de un proyecto comunicativo que satisfaga las exigencias y el interés de todos.

Al cerrar una etapa y abrir una nueva, la Iglesia desea, sin renunciar a sus convicciones básicas, participar activamente en este renovado diario y ofrecer su colaboración leal sobre todo en el campo de los contenidos. Nuestra presencia, a través de la representación en los órganos directivos y del trabajo comprometido de algunos laicos, se encaminará a fomentar el conocimiento de la Doctrina Social de la Iglesia y a facilitar información abundante de la rica vida eclesial de nuestra diócesis. Todos recordáis cómo el Concilio Vaticano II, en su Decreto sobre los medios de comunicación social, invitaba "a todos los hombres de buena voluntad, especialmente a aquellos que gobiernan estos instrumentos, para que se esfuercen en utilizarlos en bien de la sociedad humana, cuya suerte depende cada día más del recto uso de aquéllos". (núm. 24)

Una última consideración. Todos los cambios tienen sus ventajas y sus riesgos, sus miedos y sus esperanzas, sus resistencias y sus posibilidades. También el que ahora estamos protagonizando. Os invito a contemplar los aspectos positivos de esta situación, como una oportunidad que se nos presenta de difusión del mensaje evangélico y de colaboración con otras personas empeñadas en fomentar el respeto a la dignidad personal, la imparcialidad y la libertad.

Los cristianos miramos con realismo el entorno que el Señor nos ha regalado pero nos sentimos llenos de la esperanza que Él ha puesto en nuestro corazón para afrontar nuevas situaciones y nuevos retos. Lo que resulta esencial e irrenunciable para cada uno de nosotros y para la Iglesia en general es la evangelización en todo momento y en cualquier circunstancia. Todo lo demás, aun siendo muy importante, entra en las coordenadas de lo accidental, secundario y cambiante.

Ciutadella de Menorca, 9 de septiembre de 2013.