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Sí, he estado allí. De eso hace apenas unos días y aún me sobrecoge la impresión recibida. Me he negado a hacer fotos del interior ¿para qué? ya salen en todos los libros y además no te da ganas de fotografiar el Horror. Únicamente la foto testimonio de "yo estuve allí" y además en posición de homenaje a todos los que sufrieron lo que sufrieron que fue mucho. Inimaginable.

Además del Horror que en Auschwitz es lo obvio, sorprende la extensión del campo en la inmensa llanura polaca. Da la impresión de ser más grande que Mahón y Es Castell juntos. También impresiona lo organizado del recinto, la estructura bien planificada desde gabinetes en los que a nadie le temblaba la mano para diseñar el Horror y la calidad de los edificios que no son barracones como en otros campos sino de ladrillo, y de una construcción impecable. Desde fuera, por supuesto, el interior se pensó para estabular seres humanos. Uno se pregunta ¿qué tipo de psicópatas pueden ser capaces de poner su inteligencia y capacidad organizativa para causar aquellos inmensos sufrimientos y posteriormente asesinar a la gente? Y lo peor es que eran legión.

La visita al campo, sin embargo, tiene una pega: "el yacimiento ha sido removido" como diría un arqueólogo. Lo que fue el campo de concentración/exterminio de Auschwitz ahora es el "museo de Auschwitz". En fin que no te dejan trastear por los callejones en busca de sensaciones, de identificarte con el Horror y sus víctimas sintiendo la inmensa energía que se encuentra (seguro) impregnada en horcas, paredones y dormitorios donde, seguramente, nadie podía dormir. Total: que tienes que seguir en plan turista-borrego las explicaciones de una -eso sí- amabilísima y documentada guía (nada que ver con aquellas "lagerführerin" de antaño). Además los nazis antes de la llegada de los liberadores volaron los hornos y las cámaras de gas que no aparecen por parte alguna, salvo la primera que sirvió, parece ser, de ensayo general. El horno adjunto a la misma, por otra parte, tiene sospechosamente los ladrillos muy nuevos "ha sido restaurado" dijo la guía.
No me gustan los museos. Son cementerios de cosas removidas. Además hay una tendencia actual de sustituir los objetos por grandes paneles que nadie lee por cansancio. Pienso que un museo debe ser mirado, no leído, para eso están los libros, pero en fin... son mis cosas.

Ya que el Pisuerga pasa por Valladolid, aprovecho para hablar un poquito de mi impresión general de Polonia. Se trata de un país que, perteneciendo a la Unión Europea, conserva su moneda y se encuentra en un nivel de crecimiento logarítmico, donde los precios son bajísimos respecto a los del euro. Tiendas por todas partes, gente comprando, alegría y optimismo por doquier. Nota: cuando digo alegría me refiero a esa leve sonrisa nórdica -convenientemente leída entre líneas todo un arco iris de color- que demuestra bienestar templado lejos de nuestra charanga y pandereta.

Miguel de Unamuno (que era vasco) dijo aquello de que "el nacionalismo se cura viajando" y cuando digo nacionalismo me refiero a cualquiera de ellos incluido ese que denominamos "español" (una cosa es ser español y otra españolista, no hay que confundir los medios con el fin).

"El nacionalismo se cura viajando", refería yo que decía Unamuno. Observando la vida en Polonia uno compara y España con su "café con leche relajante en diferido, tomado en la Plaza Mayor" sale perdiendo con mucho en la comparación. Además viajando que viajarás estuve una vez en Gibraltar y sinceramente por más que los llanitos hablen un andaluz castizo, el Peñón no es España. Se ve y se palpa. Los españoles que lo habitaban en 1704 y sus descendientes viven hoy en San Roque. Otra cosa es el conflicto con los pescadores, no mezclemos las churras con las merinas.