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Madrid es una ciudad muy agradable con un centro muy interesante. Tiene multitud de museos, salas de exposiciones, y palacios. Da gusto pasear por sus calles visitar tanto los centros culturales como sus numerosos bares de tapas. Con estos paseos, yo disfruto las temporadas que cada año paso en esta ciudad.

Pero lo de pasear a veces se pone complicado. En algún momento, los que paseaban por las ciudades eran dueños de sus calles. Con la aparición del trafico rodado, los peatones hemos perdido definitivamente el uso de la calzada. Pero seguimos en retirada.

Las aceras parecía que era el territorio peatonal, pero cada vez esta más en duda. Ya hay coches medio aparcados en las aceras, para carga y descarga naturalmente, pero allí están. Lo que si ya está consagrado es la acera como aparcamiento de motocicletas.

Después llegaron las bicis. Algo muy bueno tanto para la salud de los que las usan como para disminuir la polución. Pero, el problema se crea en las calles donde no hay carril bici, que son muchas. En estas calles la acera es de hecho el carril bici. Una vez más los peatones vamos en retirada.

Peligrosos también son los peatones que sacan a pasear el móvil. Con la vista fija en el teléfono y tecleando sin parar se mueven como si fueran teledirigidos por las aceras. Si colisionan contigo, te miran como preguntando que haces en su camino.

Pero uno no solo debe vigilar los diferentes medios de locomoción que invaden las aceras sino también en donde pone los pies. No siempre las aceras están limpias. Últimamente, con la crisis se han reducido los servicios de limpieza y se empieza a notar en las aceras.

Los propietarios de perros se han concienciado bastante los últimos años y la situación ha mejorado en este respecto. Una elevada proporción de ellos se aseguran que los perros no dejen residuos en la calle, pero naturalmente no son todos. Además no siempre son los perros los responsables de estos residuos.

El reducir los servicios de limpieza tiene siempre el factor negativo de crear más desempleo, pero uno también debiera preguntarse porque tanto servicio de limpieza es necesario. Desgraciadamente la respuesta es simple, porque la mayoría de ciudadanos estamos muy mal educados en este sentido. Nadie en su casa se le ocurriría ir tirando colillas, papeles, o latas vacías por los suelos, pero si se hace en la calle como si fuera lo más natural. Esto se podría muy bien evitar.

Las mañanas de los lunes, cuando llego a la Universidad Carlos III en Leganés, el espectáculo es deprimente. El jardín en el cuadrilátero central está cubierto de botellas, plásticos y papeles. Bajo los soportales residuos de todo tipo cubren los suelos. Es el resultado del botellón del fin de semana. Los servicios de limpieza de la Universidad están trabajando a todo ritmo para limpiar la zona, pero no deja de ser una vergüenza. Me parece perfecto que cada cual se divierta como le guste, pero que no espere que alguien tenga que venir detrás limpiando lo que se deja.

Esto refleja un serio problema en educación, pero no en la educación que se da en los colegios, es la educación en la familia en donde se falla. No es cuestión de cambiar leyes, es una cuestión de tomar en serio los detalles de la responsabilidad ciudadana y de educar a los niños a respetar un mínimo de normas de conducta.

Pero volviendo a los paseo por Madrid y a pesar de que los peatones hayamos perdido control de algunas aceras, también hemos ganado en algunas zonas con las calles peatonales. Globalmente sigue siendo un placer pasear por sus calles y contemplar los edificios. Pero además siempre tenemos el parque del Retiro, una gran zona verde en medio de la capital. Allí me puedo refugiar las mañana de sábados y domingos, perderme entre las avenidas de árboles siempre variantes. Allí sentado se puede uno pasar horas dibujando y contemplando.