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El capital internacional empieza a tener a España en la lista de un país donde invertir. Capital que si se utiliza para crear o potenciar la industria tiene detrás a sagaces especuladores, que solo invierten cuando tienen en su mano las mejores cartas de la baraja.

Para empezar una administración dúctil, manejable y de ningún modo beligerante a la hora obligada de exigir a los futuros empresarios, que cumplan con una legislación que mira por el trabajador.

Bueno…. Ahora esa legislación es prácticamente inexistente en España. Legislación claro que la hay, lo que pasa es que mira solo por el empleador.

La tremenda depresión en el precio de los activos es uno de los factores para que el inversor vuelva a poner sus ojos y su dinero en España.

Ustedes se recordarán que en mis escritos les he anunciado alguna vez, que en España se volverían a crear puestos de trabajo ¡Claro que sí! Pero que eso solamente sería, cuando el inversor encontrase unos salarios de subsistencia y unos derechos laborales poco menos que inexistentes, o dicho de otra manera, cuando España tenga los salarios más bajos de Europa y además una administración que no les cree ningún problema.

Para entender eso, basta con preguntarse ¿por qué España tiene directa o indirectamente cada día más empresarios que tienen su empresa en Marruecos? Hoy se puede afirmar que hay un elevado número de empresarios españoles con su industria en el Reino Alahuita.

El motivo está muy claro: un trato amable de la administración local y una mano de obra barata, que no crea ningún conflicto reivindicativo. España está muy pareja de esa oferta al empresariado tanto local como foráneo.

Algunos desinformados, podrán atribuirlo al gobierno Rajoy, cuando en puridad aquí los sacrificios los hacen los trabajadores, los asalariados del empleo público, que llevan años con sus sueldos congelados y que encima han dejado de percibir sus pagas extraordinarias; los trabajadores del sector privado o por cuenta ajena, que tienen también su jornal amarrado a cuenta de la crisis, trabajando más horas en muchísimos casos sin cobrar las extras; los trabajadores autónomos cuya presión fiscal les hace la vida imposible ¿Mérito del gobierno? Ninguno, porque ellos siguen cobrando sus sueldo y sus pensiones.

Aquí los que de verdad se sacrifican son otros, aunque al fin y a la postre, como siempre pasa, sea el sargento el que gracias a media docena de soldados, diga que han encalado la guarnición militar, por más que él, no haya dado ni un solo brochazo. No sé si me entiende usted Sr. Rajoy.