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El Reino de España está englobado en otro más amplio: el reino animal. Hay documentales muy interesantes sobre el tema en televisión. Nos entretiene ver animaladas ajenas, pues nosotros somos animales sociales, políticos, técnicos y pensantes: un dechado de virtudes de las que nos podemos sentir orgullosos. Somos conscientes de nuestra propia realidad y nos angustia, a ratos, el incierto futuro. Mientras una vaca vive al día, sin pensar para nada en el matadero, nosotros imaginamos un mañana donde reinen la paz y la justicia, o un mundo muy diferente al que tenemos delante, tan sobrado de fanatismo y tonterías.

Gobernar en democracia es tomar decisiones difíciles y actuar conforme a un programa votado por la mayoría. El populista gobierna para acceder o mantenerse en el poder, utilizando la demagogia y halagando los oídos con promesas descabelladas. Sus principales aliados son la incultura y las mentes huecas, que siempre serán más fáciles de engañar o convencer. Tocar la fibra sensible de la gente, sobornar, prometer el oro y el moro, dar ventajas a los afines, tener a los posibles votantes satisfechos... más que gobernar, es ir tirando. Pero no están las cosas para ir tirando. No afrontar los problemas actuales nos puede acarrear problemas todavía mayores y mucho más difíciles de resolver.

Por eso el estadista piensa en lo que hay que hacer, mientras el populista se dedica a ver lo que dicen las encuestas.