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Casi once años después del desastre ecológico más grande de España y de Europa, el juicio del Prestige nos ha dejado estupefactos.

No hubo en su momento, a pesar de estar algunos cazando y otros esquiando, ningún culpable político, y ahora ni siquiera hay quien pague una indemnización.

Viendo esto, no ha de extrañarme nada que sea tan difícil imputar a la Infanta, como tampoco que su marido Urdangarin, siga mareando la perdiz jurídica, y ya verán que finalmente, lo más seguro es que no vaya a la cárcel. Como tampoco puede extrañarme que Luis Bárcenas se coma el turrón en su casa, y que seguramente, tampoco le aflija ningún quebranto penal.

A los nueve meses de juicio del Prestige, no sé yo para qué tanto para conseguir tan poco, hay que añadirle el finiquito de la doctrina Parot que está vaciando las cárceles de etarras de los más sanguinarios, con las condenas más abultadas, añadiendo también un buen número de violadores.

Me gustaría ver y oír a los mismos del PP y de aquella prensa afín, si esto hubiera pasado con Zapatero en La Moncloa ¡Buenoooooo…! ¡Inimaginable!.

No ha de extrañarme tampoco nada, que a pesar de los años que llevamos con la vergüenza del caso Gürtel a cuestas, que finalmente sea todo fum de formatjades.

Tampoco me extrañará que la Sra. Botella siga siendo la más penosa de las primeras varas municipales que ha tenido Madrid. Ahí está, potenciando cualquier crisis municipal que se le ponga por delante.