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Leo con retraso. Últimamente siento que todo ocurre a cámara lenta. Las noticias llegan al ritmo de mis pasos de astronauta. Leo, como decía, y descubro que Menorca abre la veda al alojamiento en los faros. Perfecto. Recuerden aquello de Reserva de la Biosfera a la hora de dar rienda suelta a la palabra explotación.

Una idea, la de los faros como refugio/posada/albergue económico y austero, muchas veces comentada en petit comité. Los senderistas, ciclistas y jinetes que recorren o pretenden recorrer el Camí de Cavalls se quedan con las ganas de poder pernoctar bajo techo entre las distintas etapas (en verano, sí, están las playas, pero recuerden una cosa más, su palabra/utopía favorita: desestacionalización; además, lo de dormir en la playa, no sé si lo sabrán por experiencia propia, pero no es apto para todos los públicos) y aún hay gente que busca, esperanzada, y pregunta: «Perdona, estamos dando la vuelta a la isla a pie/en bici/en kayak, ¿conoces algún albergue para pasar la noche?»

La cara que se le queda a una es la de la fachada de un hotel de cinco estrellas venido a menos que se descascarilla a su vez en la costa, en la otra punta de donde se formula esa pregunta (retórica).

Siete faros tiene la Isla y bien podrían adaptarse unos cuantos de ellos, sin modificar su entorno ni añadir construcciones que deformen el paisaje de las postales de esta Reserva de la Biosfera.

Sería un atractivo excelente para que la gente se anime a venir a Menorca (si es que se consigue alguna vez contar con una oferta aérea digna) a realizar esta ruta única, con paisajes de ensueño, durmiendo de faro en faro como en una especie de juego de la oca pero sin cárcel: ésa se la dejamos a los corruptos y a los que ya se estarán frotando las manos para tratar de invertir su dinero sin miedo a destrozar la esencia que aún puede salvar a esta isla y a sus habitantes de hoy, mañana y más allá.

Y que la fuerza nos acompañe. Es posible, de hecho, que hayan levantado la veda a raíz de una propuesta empresarial y quién sabe si de algún que otro sobre. Así es como funcionan las cosas en este país carcomido por el dinero, el poder y los intereses particulares.

Pero no nos pongamos en lo peor. Pensemos que de verdad los gobernantes de turno quieren lo mejor para la Isla ahora y en el futuro y que están abiertos, y que solo aceptarán las mejores propuestas, las que cumplan con los preceptos de sostenibilidad que requiere un territorio como éste ,y aquellas que de verdad traten de hacer de esta tierra el emblema europeo del turismo de naturaleza: es la baza de Menorca, basta ya de dar vueltas a que la isla no ha encontrado su modelo, su modelo es atraer a los miles y miles de viajeros que cada temporada (y fuera de ella, sobre todo, si el lugar cumple con unos requisitos mínimos) rastrean el mapa en busca de entornos vírgenes, naturales, con posibilidad de hacer excursiones, de llenar la tarjeta de sus cámaras de fotos, de conectar con el silencio, los pájaros, el mar y las tradiciones de un lugar que poco o nada tiene que ver con la ciudad en la que viven cada día.

Sí, los habrá jóvenes con el dinero justo para comprar en el supermercado y volar con una compañía low cost (si la hubiera o la hubiese) que tal vez no dejarán una fuerte y directa huella económica pero nunca se sabe la difusión que puede acarrear cada visita y muchos de ellos, con sus blogs y redes sociales, esparcirán por el mundo la semilla de Menorca.

Pero es que no serán solo mochileros al uso: también hay mochileros de mediana edad e incluso jubilados con la cartera llena, que correrán su aventura alojándose cual peregrinos en esos faros, algo que además no quita que después, en el famoso descanso del guerrero, busquen otro tipo de alojamiento para el resto de sus vacaciones en la Isla, alquilen un coche, hagan una ruta gastronómica y compren en las tiendas de un lugar con personalidad propia. Una cosa no quita la otra, aunque hable ruso.

Tener un itinerario como éste y no dotarle de una mínima infraestructura es dejar las cosas a medias: literas y baños serían suficientes para este tipo de aventureros que se convertirían en un incentivo más para desestacionalizar el turismo; y los faros, siempre respetando su entorno y su función, podrían ser así un estupendo y atractivo campamento base.

«¿Has hecho ya el Camí de Cavalls de Menorca?» podría convertirse, entre los aficionados a las ya citadas modalidades de todo el mundo, en una pregunta frecuente y esta vez, además, no sería retórica.

eltallerdelosescritores@gmail.com