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Las Islas navegan desde hace días en medio de un temporal de lluvia, frío y viento. Se ha pasado de un veranillo que no se quería a ir a un invierno que se ha vestido de un otoño que no ha existido en el calendario. De Formentera a Sant Lluís, la gente habla del tiempo y de lo que cuesta llegar a final de mes. A todo esto, el martes -con alertas meteorológicas de todos los colores- en el Parlament se celebró el Debate de Política General, un trámite anual que causa revuelo en la Sala de las Cariátides y llena informativos. Es, sin duda, un día intenso para sus señorías y los periodistas que cubren el evento. Sin embargo, y sin poner en cuestión la obligatoriedad de la cita, sí que es discutible en qué se traduce tanto discurso, réplica y contrarréplica en el ciudadano al que le tiemblan los huesos y los bolsillos. De hecho, a la sesión se le cambió el título pero los argumentos se repitieron como cada semana.

¿A alguien le sorprendió el discurso autocomplaciente de José Ramón Bauzá, ferviertemente aplaudido por la bancada popular? ¿Algún ciudadano se alteró por las críticas de los portavoces de MÉS y PSIB-PSOE?... Ya sabíamos de antemano los adjetivos calificativos que, de una parte y otra, retumbarían en el hemiciclo, como habían sonado antes en la calle. Aunque sinceramente a mí sí que me quedaron grabadas para el recuerdo (aún no sé en qué sentido, tengo que reflexionar) las palabras de la portavoz adjunta del Grupo Parlamentario Popular, Margalida Prohens, quien afirmó que el jefe había realizado «el discurso del presidente del Govern más valiente de la historia de Balears». No es que el listón esté muy alto, pero bueno... habría que repasar las actas.

Lo siento, pero a mí el debate -por reiterativo- me ha parecido un congelado recalentado en el microondas.