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Ricard Maria Carles, que participó como cardenal elector en el cónclave que eligió al Papa Ratzinger, nos explicó en Roma, al día siguiente que «cuando depositas tu voto, en la Capilla Sixtina, te encuentras solo ante Dios y tu conciencia».
Este arzobispo valenciano, que falleció ayer en Tortosa a los 87 años, es el hilo conductor que enlaza la diócesis de Menorca y los obispos Joan Piris y Sebastià Taltavull. Porque Carles, al ser designado, en 1967, rector de la parroquia de San Fernando de Valencia, inició una relación de amistad y colaboración con el también valenciano Joan Piris, que el 1968 se incorporó como vicario.

Piris pasó a ser rector de esta parroquia cuando Carles fue nombrado obispo de Tortosa en 1969. Posteriormente, en marzo de 1990 fue nombrado arzobispo de Barcelona y mantuvo el contacto con aquel vicario de Cullera que en 2000 fue ordenado obispo de Menorca para cubrir la vacante de Francesc Xavier Ciuraneta. En la elección vaticana de Piris desempeñó Ricard Maria Carles un papel decisivo y capital, al constatar que no prosperaba su maniobra para que Joan Enric Vives Sicilia -hoy obispo de La Seu d'Urgell y copríncipe de Andorra- asumiera la dirección de la sede episcopal de Severo. También intervino el cardenal en el traslado de Piris a Lleida, donde tomó posesión en septiembre del 2008.

Ya en Menorca, Piris trabajó con Sebastià Taltavull, que hasta el 2002 fue vicario general y moderador de la Curia. Para el nombramiento de Taltavull como obispo auxiliar de Barcelona, dado a conocer por la Santa Sede en enero del 2009, fue consultado Carles al objeto de despejar la solución a la terna.

Las dudas del cardenal se despejaron cuando llamó a Joan Piris, y éste apoyó la designación de Taltavull que fue avalada después por Carles ante Roma.