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Acabo de leer «La nació dels menorquins», cuyo autor usted conocerá por ser el sumo sacerdote del PSM (rectius: Nel Martí), ah! y prólogo de Miquel Àngel Maria, que no falte de nada ( y sí Miquel, el nacionalismo español es tan rancio como el vuestro). Sin duda dicho ensayo está a la altura intelectual que esperaba, y el prólogo no menos, no cabe duda que ambos son gente culta y de intelecto lúcido. Empero, más allá del lucimiento intelectual de su autor (acólitos babeantes no le faltarán, entre ellos de nuestra señorita pepis del nacionalismo catalán), nada nuevo: mismo concepto, mismo Estado, misma Nación, misma tierra, rebajada de nivel eso sí, y lo que es peor, mismo socialismo vintage. Como toda construcción integradora y uniformadora, el nacionalismo catalán es totalitario y de izquierdas, socialista y comunista (lo de CiU es pura necesidad, no en vano sus dirigentes intentan la nueva construcción nacional desde la practicidad, no acabar en prisión - o al menos, sus vástagos- porque así acabarán de ser juzgados por los Tribunales del Estado ahora vigente), y rancio muy rancio, decimonónico sin duda, basta leer atento la doctrina del pope de turno para darse cuenta que aborrece el liberalismo, el individuo y su libertad de elección (porque en el nacionalismo uno no puede elegir, y tanto da cuál sea éste, español o catalán, vasco o gallego), así como contrario a lo que es ineludible y natural evolución, la abolición del Estado nacional tal y como lo entendemos hoy día.

2 A estas alturas el Estado no puede justificar su existencia en términos de patria y nación, muy bien en el XIX, para acabar pudriéndose en el XX, pero no en el XXI, esto es, en el sentido de pertenencia, raza o lengua, eso es poco práctico, por no decir nada práctico. El Estado, como tal, debe ser mero instrumento para garantizar una sola cosa: la seguridad jurídica, y cuanto menos presente en nuestras vidas, mejor. En la actualidad estados como los conocemos tan solo perviven por pura necesidad, no podemos borrar de un plumazo tanto desastre comunista y socialista, y sobre todo, hay que defenderse - hasta tanto no sea posible otra cosa - de corrientes doctrinales menos evolucionadas que la filosofía cristiana y romanística que puso al mundo occidental como motor de la evolución del mundo que conocemos (hasta arribar a la democracia, no la aparente, sino la de verdad, la que proclama la libertad del individuo que razona como principio general). Y cuál es el futuro del nacionalismo podrá preguntarse usted, la verdad es que no tiene ninguno, como el comunismo en el mundo civilizado su destino es desaparecer, como desaparecerá toda corriente que niegue al individuo, que afirme la lengua y la tierra como un fin en sí mismo y no como lo que deben ser, meros instrumentos para vivir y comunicarse, máxime si son pequeñas o de medio pelo en términos cuantitativos ( lo del chino sigue siendo un chiste recurrente). Para terminar, en esto del nacionalismo catalán hay mucho de negocio establecido (editorial sobre todo), como también mucho líder mediocre con ganas de pasar a la historia (y alguno con ganas de eludir su responsabilidad penal), y no nos engañemos, como no monten un paraíso fiscal no hay nada que hacer, porque para comer otra bazofia social-comunista me como la de todos los días. Abur.