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Qué esta pasando en Burgos? Preguntaban al aire las redes sociales los primeros días de lucha en el barrio burgalés de Gamonal, donde miles de vecinos de todas las edades se rebelaban contra el gasto de más de 8 millones de euros de las arcas públicas que se querían destinar a la construcción de un bulevar en la calle Victoria (ironías de la vida) y un aparcamiento en un barrio obrero con más del 25 por ciento de parados y problemas mucho más graves que los de estacionamiento. Las respuestas, como era de esperar en la era de la inmediatez, no se hicieron esperar y la verdad, por mucho medio de comunicación que dirija a su antojo uno de los interesados en la cuestión, salió a flote: esto es lo que ha cambiado, ya no basta con ser el dueño del periódico.

El interesado al que me refiero es el constructor Antonio Miguel Méndez Pozo, propietario del grupo Promecal, con el «Diario de Burgos» a la cabeza, dueño de varias empresas constructoras y, actualmente, presidente de la Cámara de Comercio de Burgos. Pero su historial va más lejos: este empresario lleva décadas lucrándose bajo el ala del Partido Popular, desde los tiempos en que José María Aznar era presidente de Castilla y León y de esa época, por el conocido como Caso de la construcción, el tal Méndez Pozo fue incluso encarcelado, aunque solo cumplió íntegramente nueve meses de los siete años y tres meses de prisión y 12 de inhabilitación a los que le condenó la Audiencia de Burgos. Nada nuevo bajo el sol, bueno sí: el hartazgo de la población se ha vuelto a demostrar y Gamonal se ha convertido en un ejemplo de la lucha ciudadana que ya no podemos dejar para más tarde ante tanta corrupción, injusticia y gestión antidemocrática. ¿Qué tipo de sociedad queremos para el presente y para el futuro? ¿Queremos ser esclavos de este modelo?

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Las manifestaciones de los vecinos de Gamonal han durado meses y la intensidad de la protesta ganó fuerza (literalmente) con el comienzo de las obras: fue entonces cuando el resto de España, igual de indignada que Gamonal, se enteró de lo que estaba pasando en Burgos. A la misma velocidad que llegaban antidisturbios desde distintas partes del territorio nacional al feudo de Méndez Pozo y sus amigos políticos (también tiene viejos conocidos en el PSOE), se extendían las muestras de solidaridad con Gamonal en otras ciudades (y la violencia, sí, la misma que emplean las supuestas fuerzas de seguridad contra la gente de a pie; y el humor, claro, como el de un supuesto medicamento llamado «Gamonal» que frena los síntomas de la corrupción establecida: ojalá fuera tan fácil). Las informaciones manipuladas desde los periódicos propiedad del exconvicto y de otros medios afines a la casta no hablaban de lo que estaba pasando en Burgos: un barrio en estado policial que luchaba por la paralización definitiva de unas obras innecesarias en estos momentos de agonía social y sospechosamente adjudicadas al cacique de turno con a saber qué favores (y sobres) a cambio.

Decenas de vecinos permanecían detenidos a pesar de que, patética contradicción, el alcalde de Burgos decretaba la paralización total de las obras. Pero es que el alcalde no había tomado esta decisión, unas horas antes de desdecirse, Javier Lacalle había anunciado que seguiría adelante con la construcción del bulevar. La orden vino, dicen las malas lenguas, directa de la sede del PP, donde veían cómo un nuevo escándalo de corrupción estallaba ante una población que ya no se queda en casa cabizbaja, por mucha ley de inseguridad ciudadana (en tanto en cuanto pretende dejar a los ciudadanos desprotegidos de sus derechos) que quieran implantar para evitar que los ciudadanos se expresen, con el miedo y las multas económicas como arma. El PP y el PSOE agonizan y es hora de que pasen a la historia como partidos corruptos, casados con cajas de ahorros, bancos, eléctricas, multinacionales y resto de la élite que mueve los hilos pero lejos, muy lejos, de los ciudadanos. Las elecciones europeas se avecinan (ellos lo saben muy bien) y es la oportunidad para decirles hasta nunca y apostar por otras formas de entender la sociedad. Que quede bien claro: el alcalde de Burgos no ha frenado las obras malolientes del bulevar, han sido los vecinos de Gamonal, sin ellos, el río de la corrupción seguiría su curso. Y como ellos, todos podemos unirnos para acabar con las políticas abusivas, las mentiras compradas (no se crean todo lo que leen, escuchan o ven en los medios: entérense antes de quién hay detrás y cuáles son sus intereses), los recortes sociales, educativos y sanitarios (los no recortes en prebendas y privilegios de la casta política) y la marea de corrupción, en definitiva, que nos gobierna. Claro que se puede.

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