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Hoy es miércoles de ceniza, y es el día que me inspira a hablar de la muerte. Hace unos días asistí a una conferencia sobre alimentación en el IME organizada por la Asociación Fra Roger, gastronomía y cultura. Y el conferenciante, Jesús Contreras -catedrático y director de Observatorio de la Alimentación ODELA- lanzó una pregunta al público: «¿De qué quieren morir ustedes?». La mayoría respondió de una ataque al corazón. Bueno, tengo mis reservas, amigos médicos dicen que no es indoloro. Pero si que me hizo reavivar la pregunta ¿cómo morir?, ¿de qué morir?, solo la Providencia lo sabe. Hace unos días Paco de Lucía nos dejó y  su familia puso un comunicado en el  que decía: «Paco vivió como quiso y murió con sus hijos jugando al lado del mar» y apostillo «murió de la manera más Sorolla con la luz y la arena blanca de Cancún (México)», jugando con sus hijos de 10 años, a sus 66, con un paro cardiaco. No puede ser una despedida más bella de la vida, quizás demasiado joven pero muchos dirían que murió con dignidad, sin dejarse asombrar por la decrepitud de la vejez. Otra muerte que me pareció de cine fue la del actor Paco Rabal, 75 años, por insuficiencia respiratoria, en el avión junto a su mujer Asunción Balaguer -fiel esposa- después de tomarse una copa de champán. Después están las otras muertes menos dulces; otras incomprensibles según la persona que desaparezca del mapa; otras aterradoras causadas por la guerra, parricidios, asesinatos, suicidios, accidentes, enfermedades. Y otras con temple, llegando a una edad 95 años, en plenas facultades, decir al médico que deje de esforzarse, que ya «una está cansada, que ya ha llegado mi hora de la despedida». Tenía en la facultad un profesor que siempre nos recordaba lo inocentes que éramos al no pensar que un día moriremos ¡desde luego que era demasiado romántico!.  ¡Claro está! pero no es para pensar en ella, no digo que de vez en cuando por el tema del ideal de cada uno, por los testamentos pero desde luego no dejar que tu vida vaya en ello. Hay que disfrutar de la vida lo máximo que puedas para que puedan decir como Paco de Lucía «vivió como quiso». Los clásicos hacían polvo la frase en latín Carpe Diem, «vive el momento», y es un hecho. Por eso por más que paseo con mi perro por los aledaños del antiguo Hospital Verge del Toro ya no me irrita ni me preocupa el cartel oxidado de Mortuori  que sí, me recuerda que algún día me iré como todos los mortales pero intentaré cada día exprimirlo a mi manera, porque me encanta vivir la vida: con sus adversidades y con sus bondades.

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