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Carta desde Oak Ridge

Hace unos meses se publicó el libro de Constanza Miriano «Cásate y sé sumisa», cuya perspectiva sobre el matrimonio queda clara con solo leer el título. Este libro generó mucha controversia y fue defendido tanto por su autora como por el obispo de Granada responsable de su publicación.

A pesar de mi desacuerdo básico con la autora, considero que ella es persona libre de expresar sus opiniones, lo mismo que el señor obispo, aunque él debería ir con cuidado ya que sus opiniones pueden atribuirse a la institución que representa. Tampoco me sorprendió el contenido del libro, yo vivo gran parte del año en el sur profundo de Estados Unidos, allí todo es posible. Un ejemplo de opiniones de este tipo que se pueden encontrar al otro lado del Atlántico están en la página Web titulada «Cristian domestic discipline» o CDD. Allí no solo se defiende la sumisión de la esposa sino que se añade que el marido tiene la autoridad de azotar a su esposa si así se requiere. Naturalmente agregan que en un auténtico matrimonio CDD eso solo sucede raramente. No solo hacen esta afirmación, sino que incluyen la foto que aparece en esta página, copia de un antiguo anuncio, para demostrar que eso era totalmente aceptado por la sociedad. Quienes defienden estas opiniones sobre el papel de la mujer en el matrimonio dicen que se basan en la Biblia, concretamente citan epístolas de Pablo. Según Constanza Miriano en una declaraciones a la prensa quienes denunciaron su perspectiva «deberán denunciar a San Pablo y retirar las Biblias». Aquí es donde tengo yo el mayor problema.

Los estudios analíticos del Nuevo Testamento clasifican las epístolas de Pablo en dos grupos: las genuinas y las deuteropaulinas. A estas últimas se les da ese elegante nombre para no decir directamente cartas falsificadas en el nombre de Pablo. Da la casualidad que las epístolas que se usan para defender la sumisión de la mujer son las deuteropaulinas.

EN LAS EPÍSTOLAS GENUINAS, Pablo defiende el celibato como la opción óptima y reserva el matrimonio para quienes no sean capaces de ser célibes. Pero eso lo dice sin hablar de sumisión. Al contrario, en su carta a los gálatas dice explícitamente: «Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús». (Galatas 3:28). Para Pablo la segunda venida de Cristo estaba próxima y no se podía perder tiempo para cambiar la sociedad.

En tiempo de Pablo las diferentes comunidades cristianas se gobernaban por si mismas. En general un grupo de ancianos presidían la comunidad. En muchas de ellas las responsabilidades caían en mujeres, como puede verse en las epístolas paulinas genuinas que mencionan y están dirigidas tanto a hombres como mujeres.

En las epístolas deuteropaulinas, en particular las cartas a Tito y a Timoteo, el ambiente es distinto. Son del comienzo del siglo segundo, ya se había empezado a construir una estructura jerárquica de la iglesia. Quienes escribieron esas cartas pretendían formalizar, usando el nombre de Pablo, esa estructura dando normas generales y reforzando la autoridad episcopal. En ellas se percibe inmediatamente un cambio de mentalidad en la forma de enfocar el papel de la mujer en la sociedad.

CLARO QUE LOS CRISTIANOS conservadores como los de CDD conociendo estos puntos de vista, tienen una respuesta inmediata: «Las mismas epístolas dicen que están escritas por Pablo. Como ellas son escritura canónica que no puede mentir, la autoría debe ser creída». Como se puede ver, el razonamiento es impecable.

Es bueno aclararse. No es Pablo quien inició esa visión del papel de la mujer en el matrimonio, fueron autores anónimos del comienzo del siglo segundo que lo hicieron en su nombre. Por tanto ni denuncio a Pablo ni retiro las Biblias, pero a lo mejor deberían retirarse de la Biblia las cartas que fueron escritas usando un falso nombre.